Don Jorge Calles Broca
Una vida consagrada al periodismo
Siempre me ha gustado escribir. Es una de las tareas de mi vida que más me cautivan. Pero esta vez, por muchas razones me resistía a escribir de algo que nunca me hubiese gustado que llegase, pero que naturalmente llega como todo en la vida, porque nada es para siempre; la vida misma es tan frágil en su quehacer diario que en cualquier momento dejamos de existir y lo que ayer fue realidad, hoy ya es historia. La vida, decía mi Madre con mucha razón, es una mentira. Tardé mucho en comprender esta verdad sentenciosa, pero con el tiempo me he dado cuenta, que todo aquello que vivimos queda en nuestra memoria como una película, porque el reloj de la vida no tiene regreso.
Aquella mañana, cuando me levanté muy temprano para hacer mi caminata, quedé muy sorprendido al ver en la primera plana del periódico la foto de un Jorge con su cara triste, como dándonos el último adiós. Parecía mentira, apenas unos días antes desayunamos con varios amigos que solíamos reunirnos periódicamente por más de veinte años. Todo parecía como si las cosas nunca cambiarían, que cada lunes seguiríamos haciendo lo mismo, como lo hacíamos con Don Arístides Prats y Don Jesús Nazar, amigos a los que se fue para hacerles compañía, así como a su distinguida esposa, la abnegada Doña Teresa Santillana, que también nos antecedió en ese viaje que no tiene regreso.
Hablar de Don Jorge Calles Broca es todo un compromiso, estoy seguro que dentro del mismo periódico existen plumas más autorizadas que un servidor para hacer toda una crónica de su azarosa vida en la historia del periodismo en Tabasco. Unos días antes de escribir este artículo, platiqué con Ignacio Rodríguez Castro -quién colaboró durante mucho tiempo como Subdirector del periódico-, sobre todas aquellas vicisitudes que diariamente sorteaba Don Jorge, con medios tecnológicos que hoy parecen arcaicos, pero en aquel entonces eran con lo que se contaba. Como el formateo de las planas en forma manual, o las interrupciones de la energía eléctrica, que se tenía que esperar hasta que se restableciera, porque no se contaba con una planta propia para estas y otras emergencias que eventualmente se presentaban, en un oficio en donde la noticia no duerme.
Todo esto, visto en forma retrospectiva, resulta una proeza para sacar a luz pública diariamente un periódico, partiendo desde el aspecto monetario y la materia prima que es cada colaboración periodística, Don Jorge Calles Broca, con enorme maestría, supo respetar el punto de vista de sus autores y la integridad moral de la vida privada de los hombres públicos, sin allanar la integridad de las familias tabasqueñas.
Respetar a la familia tabasqueña como patrimonio de la riqueza de nuestra cultura, es una de las virtudes que hereda Don Jorge a las nuevas corrientes del periodismo tabasqueño. Como ejemplo del buen periodismo que debe servir como guía para no caer en la bajeza de las calumnias y las injurias como un medio de hacer periodismo sensacionalista con tintes de amarillismo, que sólo socava valores y lleva a enfrentamientos inútiles de carácter personal. Sobre todo en estos momentos tan delicados en que se están abriendo los espacios para una incipiente transición democrática, cuando lo que interesa es guardar el equilibrio entre el ejercicio de la cosa pública y la vida privada.
Cuando nace el Presente como diario, una de sus garantías fue guardar ese equilibrio discreto y plural. Cuando hoy se vive todo un acontecimiento del periodismo corporativo y comercial, en donde lo que interesa es la integración de los llamados holding empresariales, que comprende la confección de subsidiarias en el ramo de la comunicación como estaciones de radio, televisión, agencias noticiosas y empresas para el sondeo de opinión pública a través de encuestas. Por decir algunas de las tantas modalidades como manejan actualmente los medios de comunicación, que el Estado como regulador de estas grandes corporaciones ha empequeñecido con sus leyes obsoletas, que necesitan actualizarse y ponerse al día, con una verdadera Reforma de Estado, que pueda poner orden con los intereses que exige la globalización, con la creación de empresas supranacionales en donde se pierde el límite entre Estado y Nación.
¡Qué lejos ha quedado la era del periodismo ideológico! y cómo nos distanciamos cada día de la era de los grandes reportajes y la audacia reporteril que requería hacer un periódico a pulso, como a diario se construía el Presente en la historia de su vida. Aquellos años en los cuales hacer periodismo estaba por encima del lucro y de los intereses comerciales que son hoy el pan nuestro de cada día, porque los tiempos cambian y la modernización impone criterios.
Todavía no sabemos hasta dónde esta era de la globalización sea una moda, o si tal vez sea un modo de vida que evolucione y lleve el día de mañana, a conocer otros planetas, o nos transporte para hacer realidad aquello que ayer solamente fue ciencia ficción. Como el cuento de Las Felices Vacaciones del Belga Jacques Sternberg, publicado en 1978 en donde relata las vacaciones siderales al planeta K2, todo eso que hoy parece a nuestro alcance con la era de la comunicación y del conocimiento que viaja más allá de la imaginación.
Con este hasta luego, a Don Jorge Calles Broca -porque algún día lo alcanzaremos en ese viaje que no tiene regreso-, evocamos el recuerdo de lo que fue ayer el periodismo, lo que es hoy y lo que seguramente será mañana, sin quedar en el pasado de los acontecimientos que movieron al mundo, pero lo que no debemos perder, es esa herencia que recibimos a través de Don Jorge Calles Broca.
Muchos tuvimos la dicha de convivir con él por medio de las páginas de su periódico o en su plática amena y bromista, que nos deja un legado de su conducta y modo de ser para convivir en la pluralidad, respetando la vida privada como deber ser el periodismo. Nos deja muchos recuerdos y valores, el porqué vivir para seguir construyendo un país en donde cada día seamos más libres y logremos un verdadero desarrollo social, pero sobre todo que conservemos valores y principios, como una sociedad madura en donde respetemos la voluntad de todos o para decirlo con las palabras de Hobbes, ese gran pensador anglosajón del Siglo XVII, " nuestra libertad termina en donde empieza la del otro", y ese es el quid de nuestra democracia.
Uno de nuestros objetivos será saber convivir en la pluralidad sin rencores, sólo con el deseo de servir y de respetar nuestros valores, así como efectivamente supo vivir Don Jorge Calles Broca, una vida en la vida de Tabasco, que nos dejó su ejemplo como sinónimo de un paradigma en nuestras vidas.
(*Texto publicado en el libro "Prensa y libertad. Un homenaje póstumo a Jorge Calles Broca", marzo de 2009)