DÍA CON DÍA

El cuarto y último fiscal del caso Colosio, Luis Raúl González Pérez, recibió un expediente que tenía 52 tomos con declaraciones de 550 testigos.

Su investigación agregó al caso 122 tomos y 910 nuevos testimonios. En 2000, al terminar su encargo como fiscal con el fin del gobierno de Ernesto Zedillo, el expediente completo tenía 174 tomos y mil 993 declaraciones de testigos.

No sé si este es el expediente completo que, por gestión de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, un juez determinó que se entregara completo al escrutinio público.

Lo que sé es que han empezado a aparecer por la consulta de ese expediente dudas que están respondidas con lujo de de detalle en la antología de los 174 tomos que González Pérez dejó y que es accesible desde 2000.

Me refiero al “Informe de la investigación del homicidio del licenciado Luis Donaldo Colosio” y sus cuatro volúmenes: I. El crimen y sus circunstancias, II. El autor material, III. Posibles cómplices y encubridores, IV. El entorno político y narcotráfico (puede consultarse desde hace años en el sitio de Nexos: https://bit.ly/2U2SCbf).

La antología de González Pérez tiene algo así como un millón de palabras. Yo intenté a mi vez una antología de esa antología y publiqué, en 2004, La tragedia de Colosio (Alfaguara), de solo 100 mil palabras. Una nueva edición, con un nuevo prólogo fue publicada por Planeta en 2009 (puede consultarse íntegra en el mismo sitio de Nexos: https://bit.ly/2CyoSZZ).

La idea de un asesino solitario repugna a la sensibilidad mayoritaria. Pero nadie ha respondido la pregunta ¿cómo fue el complot? No hay elementos en el expediente para responderla. Los hay en cambio, de sobra, para probar que el autor del homicidio fue Mario Aburto.

La pregunta central de cualquier acercamiento a la tragedia de Colosio sigue siendo la de hace 25 años:

¿Estamos frente a un drama loco de la vida real: el increíble caso de un asesino solitario? ¿O estamos frente a una conspiración política, un crimen de Estado?

Yo creo lo primero, como la aplastante, y aplastable, minoría. En una encuesta de fines de 2003, el 88 por ciento de los mexicanos creía lo segundo. La proporción de 2019 debe ser igual.