DÍA CON DÍA
El derecho de réplica presidencial
Tiene razón Gil Gamés en su columna Uno hasta el fondo (MILENIO, miércoles 14 de noviembre): la revista Proceso ha zanjado ejemplarmente su diferendo con el Presidente electo sobre la advertencia de que éste ejercerá su derecho de réplica cada vez que algo no le guste en la prensa o se sienta maltratado.
Creo que Proceso no solo respondió bien al Presidente electo, sino que lo derrotó en toda la línea. La revista escribió un editorial ofreciéndole al agraviado el mayor derecho de réplica que un medio de comunicación puede ofrecer: no una carta perdida en el buzón del lector, sino una entrevista abierta, previsiblemente de portada, como fue la que dio lugar a la molestia.
López Obrador rechazó la oferta a través de su vocero Jesús Ramírez, y el respetable cantó un sonoro strike para el cuarto bat de la República: se fue con la curva.
Acierta Gamés también en decir que hay una desmesura en que quien tiene ya el mayor acceso imaginable a los medios del país, y tendrá sobre ellos un poder enorme, reclame para sí, también, el fundamental pero modesto derecho de réplica.
Es una desmesura desde luego, pero quizá no es un mal trato si se cumple la otra parte de la ecuación del Presidente electo, quien ofreció a cambio “libertad absoluta” para los medios y “cero censura”.
Si así va a ser el trato, si en efecto habrá libertad absoluta y cero censura para los medios, incluida en la censura el manejo discriminatorio del dineral que el gobierno gastará en publicidad (la mitad de lo de Enrique Peña Nieto es todavía un dineral), quizá el camino de “ida y vuelta” propuesto por el Presidente electo no es tan desfavorable para los medios de comunicación, ni tan desmesurado.
Quizá hasta será conveniente para los medios poder decirle al presidente lo que quieran sin otra consecuencia que la réplica del mismo presidente, la cual podría tener el efecto contrario al buscado: ampliar la resonancia de lo dicho en los medios y dejar la relación de estos con el presidente en un plan campechano de igualdad, bajo la conocida máxima, favorita de Gamés: “El que se ríe, se lleva”.