CUENTAS Y CUENTOS

Ahora quieren politizar el asunto de la explosión

El viernes pasado ocurrió una de las desgracias más grandes relacionadas con el robo de hidrocarburos en México. Fue en el estado de Hidalgo, cerca de la refinería de esa entidad.

El saldo llegó ya a las 91 personas muertas y un número similar de heridos, además de medio centenar de desaparecidos. Una verdadera desgracia.

El tema ha querido ser usado políticamente en contra de la federación. Se les quiere achacar que los representantes castrenses no hicieron lo suficiente para evitar que las personas del lugar se acercaran al ducto roto para llenar contenedores con el combustible.

La CNDH se ha pronunciado en este sentido y ha enviado a la SEDENA una queja por la posible inacción de los representantes militares presentes en la zona el día de la explosión.

Material audiovisual difundido en los últimos días demuestran lo contrario. Los elementos militares hicieron su trabajo, reportaron lo que encontraron y pidieron a las personas que estaban en el lugar que no se acercaran al ducto roto. Los avisos no fueron escuchados con el resultado conocido.

Sin embargo, las reclamaciones en todos los sentidos continúan. El fondo es la lucha iniciada desde el mes de diciembre para contrarrestar el robo de hidrocarburo a la petrolera mexicana Pemex. Esto como parte del proceso de recuperación de la industria petrolera mexicana.

Desde un principio el presidente Andrés Manuel López Obrador señalo que lo estaba iniciando para recuperar a Pemex era similar a lo ocurrido con Lázaro Cárdenas. Muchos no dimensionaron sus palabras que fueron tachadas de excesivas.

A la distancia de aquel discurso sabemos que no estaba fuera de la realidad. Tan solo en el tema del robo de hidrocarburo se ha sacudido a medio país y a media clase política con las implicaciones y las redes de corrupción tejidas alrededor de este asunto.

El director de Pemex dio a conocer que los costos anuales por la pérdida de hidrocarburo llegaron, tan solo en el año 2018, a más de 60 mil millones de pesos. Un cuarenta por ciento de lo que costara la refinería a construirse en Tabasco.

EL robo de daba en dos vertientes que corrían de forma paralela. Por un lado, el combustible que era extraído de los ductos por grupos delictivos y comercializados en carreteras y comunidades apartadas de las ciudades, era lo menos en cuanto a pérdidas para la petrolera.

La mayor parte del robo de combustible no ocurría afuera, ocurría adentro de la misma empresa y era promovida por sus propios funcionarios. Es aquí donde estaba la mayor parte de las pérdidas de ingresos a la nación.

En pleno inicio de plan de combate al hidrocarburo se detectó una manguera que salía de una de las refinerías hacia bodegas clandestinas fuera de la instalación petrolera. En otro sitio se detuvo a un transportista que pretendía sacar de una instalación miles de litros de combustible con papeles falsos.

El desabasto que está afectando a cientos de mexicanos tiene su origen en gasolineras que vendían hidrocarburo robado. Ante la falta del suministro, simplemente se quedaron en ceros sus contenedores.

Quienes durante años vivieron en la opulencia gracias a las ganancias que les dejaba esta actividad no están nada contentos. Los sabotajes de los ductos que distribuyen el hidrocarburo a nivel nacional se reportan cada hora.

La idea es presionar a la federación a que detenga la lucha contra el llamado huachicol y todo regrese a como estaba antes. Lo que sería peor.

El Presidente ha sido claro: la lucha no se detiene. Las investigaciones continúan y pronto sabremos los resultados. Los que queremos a este país somos más.

SUMAS Y RESTAS

Todos los gobernadores del país, sean de Morena, PRI, PAN o cualquier otro, debe solidarizarse con el combate al robo de combustibles. No es una lucha personal del presidente López Obrador; es obligación de todas las autoridades. No hacerlo es violar la Constitución.