Constitución y República, encuentro en Querétaro: posturas y diferencias
LO QUE HARÁ de México un país más justo, es la aplicación de la ley sin distingos sociales ni sesgos políticos
* Visiones de país en el teatro de la república: juntos y separados
* AMLO: “de interés nacional, revertir reformas neoliberales”
* Piña y Creel: unidad sin adjetivos, diálogo en abstracto
LO QUE HARÁ de México un país más justo, es la aplicación de la ley sin distingos sociales ni sesgos políticos. La igualdad económica se fortalecerá con la –todavía lejana- igualdad jurídica. Es reto formidable de AMLO y la 4T, en lucha por la continuidad de su proyecto de nación.
En el 106 aniversario de la Constitución de 1917, vale la pena mencionar las numerosas modificaciones que ha experimentado, desde que en 1921 se hiciera el primer cambio -con Álvaro Obregón- para “establecer escuelas rurales y la jurisdicción de la Federación sobre ellas”. En total, hasta 2020, la Constitución pasó por 741 reformas a 136 artículos, a través de 234 decretos. Esto a nivel mundial no tiene comparación y refleja el camino zigzagueante que toman las élites desde la representación popular, para adecuar el marco constitucional a sus intereses (o lo que consideran el bien común). La ley es la ley y debe respetarse, pero también –no lo olvidemos- obedece a consideraciones humanas de conveniencia política y social.
TRES PODERES, TRES CAMINOS
EN EL TEATRO de la República, en Querétaro, se reunieron los tres poderes soberanos. Habrá que hacer a un lado reflexiones que circularon como ruido mediático, sobre asientos y cortesías -Santiago Creel, molesto porque lo movieron de lugar y luego excusándose de aplaudir a AMLO-, o polémicas por protocolo -la presidenta ministra Norma Piña, sentada para recibir al Presidente López Obrador-. La sustancia estuvo en los discursos, donde tres poderes expresaron su visión de país. El poder ejecutivo: transformación y justicia social; el poder judicial: independencia con unidad; el poder legislativo: diálogo con tolerancia. No está mal, como saldo republicano en medio de la polarización política y mediática que domina el día a día.
El Presidente López Obrador fue directo al punto de su interés, como impulsor del proyecto de transformación que requiere continuidad: “se necesita revertir las reformas neoliberales que ahondaron la desigualdad”. AMLO enfatizó la urgencia de justicia social, sin simulación. “Si es lucha contra la desigualdad y tratos sin corrupción, hablamos”. Las urnas del 2024 certificarán o no la urgencia constitucional que destacó Obrador. Un dato es elocuente: 155 cambios constitucionales en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Récord olímpico. Fue el último intento de blindar el poder cupular, con fondo de “Pacto por México.
La ministra Presidente, Norma Lucía Piña Hernández, expresó: “la independencia del poder judicial no es un privilegio, es garantía de imparcialidad”. Correcto, aunque hay un largo camino por recorrer en materia de imparcialidad. Los ministros tienen su corazoncito y reciben llamadas persuasivas, no del Presidente López Obrador quien advierte que ya no levanta el teléfono especial, como sucedía con otros mandatarios. ¿Cuál es la agenda republicana de una ministra que –después de su elección se supo- es cercana a tan polémica persona como Isabel Miranda de Wallace? Por sus fallos los conoceréis. La imparcialidad sin intereses sesgados, al aplicar la ley, se antoja cuesta arriba.
Santiago Creel, Presidente en turno de la Cámara de Diputados, recordó tiempos de diálogo y negociación con el Poder Ejecutivo que trajeron –en su visión- vientos democráticos para la república. Se refería al sexenio salinista, que tuvo apertura y cercanía con el PAN y cerrazón hacia la izquierda (sin ver ni oír). No fue afortunada la referencia de Creel, aunque la moción de diálogo suma desde el Congreso, justo cuando el llamado Plan B de la reforma electoral ya aprobada -por diputados- tiene controversias constitucionales en el horizonte.
LAS FAROLAS DEL PUEBLO
VARIAS REFORMAS propuestas en el sexenio por el Presidente López Obrador, tienen como objetivo consolidar los avances en los programas sociales al adquirir rango constitucional. La pensión universal a personas de la tercera edad, a personas de capacidades diferentes, las becas de apoyo a estudiantes y los programas de trabajo en empresas (Jóvenes construyendo el futuro) sólo podrán desaparecer si existe mayoría calificada contra la 4T en el Congreso (dos terceras partes de los votos). La diferencia, frente a otro tipo de reformas, es la legitimidad social y popular que tienen estas modificaciones de cara a la nación. Sin desconocer que se requiere un puntual rendimiento de cuentas y evaluaciones.
Líneas atrás se mencionaron los 155 cambios constitucionales realizados en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Reformas de gran calado entre ellas (energética, educativa) que se negociaron por fuera del Congreso, en “mesas de trabajo” de los partidos políticos que ahora integran la alianza Va por México. Sólo llegaron al Congreso para firma oficial. La discusión fue en lo oscuro, no en el pleno.
La Constitución que rige es invocada por todos los actores políticos. ¿Qué se necesita para ir más allá de la cortesía y la simulación? Ideas viables para el cambio, con miras a la justicia social y la igualdad; decir no al retroceso vía decisiones cupulares, sin legitimidad popular. De nuevo, las urnas serán vitales para indicar el camino de la república. (vmsamano@hotmail.com.)