Concentración de poder, para qué: ventajas y riesgos

Oposición diluida: problema de representación y contrapeso limitado

Analistas afines a la oposición se quejan de "la concentración de poder que persigue la 4T". El argumento trata de ser generalizador y con ángulo democrático: cuando se concentra el poder, la decisión tomada por pocos olvida a muchos. Y se concluye: la concentración del poder es nociva para el país.

Lo que no se pregunta la comentocracia anti4T: ¿concentración del poder, para qué? Leo Zuckerman, conductor de "La hora de opinar" (Foro TV, 10/12/2024), insiste: "la 4T tiene un proyecto de concentración de poder por el poder mismo". Nada más, sin plan social. "Concentración de poder como desplante vengativo". Con ello, asume que el proyecto político 4T, que triunfó de forma contundente con los votos ciudadanos (em 2018 y 2024), tiene rasgos autoritarios. Veamos el tema desde otra perspectiva: el ejercicio legítimo del poder político, con base en un proyecto de nación, para la solución de problemas añejos.            

Un problema técnico de las democracias modernas es su capacidad o incapacidad de gestión pública por exceso de deliberación y burocracia. Cuando las decisiones se postergan, por debate o papeleo, gana la inercia social.

Con origen antiabsolutista -eliminar decisiones arbitrarias de la monarquía-, la democracia como régimen de gobierno plantea la división de poderes y establece contrapesos. En realidad, la actual oposición se inquieta por la ausencia de contrapesos constitucionales, a pesar de que en el poder hicieron lo propio. Tarea no hecha: los actuales opositores tienen que hacerse presentes en las urnas con mayor peso que en 2018 y 2024. Es crucial, por ello, distinguir entre concentración de poder por la fuerza y concentración de poder por representatividad política.

Hay democracias donde la última palabra la tiene el parlamento (poder legislativo) y democracias donde la última palabra la tiene la suprema corte (poder judicial). Mientras tanto, la gestión principal de gobierno recae en el Poder Ejecutivo. En democracia, el equilibrio entre poderes trajo consigo, después de un trayecto de 250 años, situaciones de respeto a las minorías, lo que paradójicamente frenó el impulso gubernamental de las mayorías. Con la intención de no molestar nadie, la democracia significó –gradualmente- parálisis ante los problemas por discusiones ociosas y burocracia laberíntica. A nivel social, la deliberación pública se multiplicó por la existencia de medios de comunicación potentes. A mayor audiencia, se produjo la teatralización del punto de vista. Los políticos pasaron a ser ´actores políticos´. Hubo mayor ´imagen´. Los problemas crecían.      

¿PODER, DE PARTE DE QUIÉN?

En resumen: la modernidad, por debates intensos y la voluntad de convertir todo en documento, dificultó el ejercicio del poder entendido como acción estratégica para solución de problemas. La dispersión del poder en la modernidad provocó replantear el ejercicio del poder a partir de la capacidad de ejecutar acciones públicas eficaces, sin obstáculos.

La concentración del poder se convirtió así en posible salida representativa para gobiernos atados de manos por exceso de deliberación pública y burocracia con la misión de proteger minorías. AMLO, con legitimidad representativa, topó con pared en varios proyectos estratégicos: trabas judiciales, trabas legislativas, trabas de instituciones autónomas, trabas de poderes fácticos. Por ello, comprender la concentración del poder desde la perspectiva estratégica de un gobierno dinámico, parece cuestión democrática y no autoritaria; otra cosa es comprender dicha concentración desde la perspectiva de acumular poder sólo por el poder mismo, sin visión comunitaria y, sobre todo, sin revestirse de legitimidad en las urnas. La democracia pasa por el detalle técnico del voto en las urnas: bien contado y ejercido con libertad. 

En este sentido, cobra relevancia la situación actual de México. No se llegó a ella por una acción violenta, militar o de insurrección popular. Como dice Paco Ignacio Taibo II: "esta revolución pasó por las urnas, no por las armas".     

Hay quienes opinan que una cosa es obtener el poder por la vía democrática y otra cosa mantenerse en la vía democrática desde el ejercicio del poder. Jesús Silva Herzog-Márquez, comentarista crítico de la 4T, plantea que ya no vivimos en democracia: "este régimen me resulta una autocracia popular", apunta. Entrado el séptimo año del gobierno 4T, deben valorarse diversos aspectos que pasan por 1) libertad de expresión; 2) libertad de deliberación legislativa; 3) libertad de asociación; 4) libertad de manifestación; 5) libertad de empresa. Es curioso cómo los críticos de la 4T no realizan valoraciones específicas y caen en generalizaciones que simplifican la argumentación. En este sentido, se parecen mucho a la oposición que año con año se debilitó en México por ausencia de propuestas, más allá de la nostalgia por el régimen neoliberal.

El eclipse de la oposición es otro motivo de la concentración de poder que la voluntad popular otorgó en las urnas a MORENA y sus aliados, con reglas de juego que todos aprobaron. Como les va mal en la feria, la feria es un fracaso. Vaya manera de ser demócratas.