PLANO TANGENTE
10/02/2025
CÓMO HABLAR CON EL ABUELO
La pérdida auditiva (PA) es una afección crónica común que afecta, sobre todo, a los adultos mayores. A medida que aumenta el envejecimiento de la población, la PA se ha convertido en un problema de salud pública. Y no es solo una condición de salud, sino también un fenómeno complejo y dinámico relacionado con la discapacidad. Algunos estudios han identificado implicaciones profundas de la PA en la vida diaria de los ancianos, pues está relacionada con la discapacidad por deterioro, las limitaciones de la actividad o las restricciones de la participación social. Como consecuencia, termina por repercutir negativamente en la salud mental, la calidad de vida, el deterioro cognitivo, la movilidad, el equilibrio y la independencia de las personas mayores.
Varias vías mecánicas están involucradas en el deterioro de las condiciones psicosociales y explican la asociación entre la PA y la discapacidad. En primer lugar, la degeneración de la cóclea, una estructura acaracolada del oído que se encarga de interpretar los sonidos como impulsos neuronales, es la principal patología en la PA. A raíz de su desgaste, nace una mayor demanda de recursos cognitivos y de atención en el esfuerzo por procesar las señales sonoras. Esta "distracción" del cerebro no solo está relacionada con el riesgo de caídas; también con otros elementos críticos que contribuyen a la discapacidad. En segundo lugar, las personas mayores con mayor PA pueden tener problemas de comunicación, lo que podría afectar su autoestima y causar aislamiento social y soledad, empeorando su funcionamiento físico.
La PA puede tener un profundo impacto en la vida diaria de las personas mayores. A medida que avanza la edad, se informa con frecuencia de un razonamiento reducido, problemas motores y múltiples comorbilidades entre los ancianos, y a menudo se los considera un proceso de envejecimiento. Sin embargo, todas estas afecciones empeoran cuando la PA se desarrolla gradualmente en los ancianos. De ahí la relevancia de comprender cómo la PA contribuye a la discapacidad.
Es importante destacar que la PA generalmente se considera modificable mediante amplificación (es decir, audífonos o dispositivos de amplificación sonora). El objetivo general de la amplificación es ayudar a restaurar la entrada auditiva de la audición periférica deteriorada y servir como una herramienta para ayudar a controlar la presencia de ruido de fondo o ruido competitivo para la comunicación y la comodidad. En México, aproximadamente 2.3 millones de personas padecen discapacidad auditiva, de las cuales más del 50% son mayores de 60 años. Aunque no se dispone de datos específicos sobre el porcentaje de personas con PA que utilizan audífonos en México, estudios en otros países ofrecen información relevante. Por ejemplo, en España, alrededor del 39% de las personas con hipoacusia (sinónimo de pérdida de audición) utilizan audífonos para mejorar su escucha, lo que indica que el 61% no emplea ninguna ayuda auditiva. Es probable que en México exista una situación donde una proporción significativa de personas con PA no utilice audífonos. Las razones pueden incluir la falta de acceso a dispositivos, desconocimiento de las opciones disponibles, estigmas sociales o consideraciones económicas.
Una investigación reciente sugiere tendencias en la mejora de la adopción de dispositivos de amplificación, sin embargo, se observan disparidades y divergencias para los adultos mayores con ingresos más bajos. Si bien siguen existiendo barreras y disparidades significativas en la atención de la salud auditiva, el potencial de crecimiento y el beneficio para la salud pública es sustancial. Implementar estos dispositivos en la salud pública puede, a la larga, ahorrar costos de atención médica, reducir la carga de la vejez y mejorar los resultados en la atención de múltiples enfermedades, incluida la demencia.
Para cuidar el autoestima y promover el bienestar emocional en los adultos mayores con daño auditivo, asimismo, se pueden adoptar diversas estrategias en la comunicación. Por ejemplo, vale la pena fomentar el intercambio efectivo, hablando de frente y en un tono claro, sin gritar, usando expresiones faciales y lenguaje corporal para reforzar el mensaje. Esto viene con un nuevo trato hacia las personas con problemas auditivos; uno en el que hay que ser pacientes, evitar interrumpir o corregir constantemente y reducir el ruido de fondo en conversaciones.
En esta materia, también adquiere relevancia la accesibilidad de la tecnología. Aquí entran los audífonos, teléfonos o televisores con volumen adaptable y subtítulos para mejorar la comprensión de conversaciones y entretenimiento.
Lidiar con el deterioro auditivo es un esfuerzo conjunto. El paciente debe aceptarla y reconocerla, de modo que pueda pedir ayuda y comprensión; por su parte, la gente que lo rodea debe adaptar su trato para ser inclusivos; por último, la salud pública debe empezar a identificar la pérdida auditiva como una cuestión que le compete. Es una labor de todas y todos procurar la autonomía, la inclusión y la autoestima de las personas mayores de edad.
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