Señales Encontradas, Conflictos Internos

Si inicialmente la designación de sus primeros colaboradores propició buenos comentarios entre propios y extraños

El proceso hacia su ascenso al poder está resultando menos terso para Claudia Sheinbaum, que lo que los números electorales conducirían a creer.  Si no había mucho que temerle a una oposición partidaria —borrada en las votaciones— habrá que preocuparse, en cambio, por el nivel del conflicto interno.  El inicio del gobierno de Sheinbaum podría resultar innecesariamente complicado.     

Si inicialmente la designación de sus primeros colaboradores propició buenos comentarios entre propios y extraños, el hecho de que dejara pasar una semana para dar a conocer una segunda lista de funcionarios abrió la puerta para especulaciones y espacio para desplantes, tanto de quienes aspiran a roles importantes como de algunos ya incluidos, como es el caso de Marcelo Ebrard, próximo secretario de Economía.  Adicionalmente, la misma Claudia Sheinbaum hizo afirmaciones que han reducido el optimismo.

En medio de las sacudidas de los mercados, como consecuencia del anuncio de que la reforma judicial se promoverá en septiembre, Claudia se ocupó de dar tranquilidad a los ánimos reuniéndose con las élites empresariales para ofrecerles estabilidad y presentó a la opinión pública a sus primeros acompañantes. El mensaje pretendió ser claro: la presidenta electa tiene especial interés en el tratado de comercio trilateral y en ubicar en las principales posiciones de su administración a personas con prestigio en sus áreas de experticia. Dos nombramientos recibieron especial atención. El de Ebrard en Economía y el de Rosaura Ruiz, en CONACHyT.  Aun cuando Ebrard no es economista, fue el encargado, desde Relaciones Exteriores, de hacer avanzar los intereses mexicanos en la revisión de lo que terminó siendo el actual T-MEC. Lo ubica Claudia, ahora, en Economía para que se encargue de trabajar la renovación, que deberá ocurrir en 2026.  No obstante, su inclusión parece dejar en claro que, contrariamente a lo que sostiene todas las mañanas, el presidente tiene injerencia en algunos nombramientos. No se entiende cómo Marcelo haya podido alcanzar la posición luego de haber sido el aspirante más crítico del proceso de selección y de haber hecho señalamientos fuertes y directos a la que sin duda será presidenta de México.  La deuda de López Obrador con Ebrard es por todos conocida. 

El miércoles pasado, La Jornada destacó como noticia principal una declaración del futuro secretario de Economía en la que él asume un protagonismo que podría no ser bien visto por Claudia.  Sin empacho alguno, Marcelo expresó que en una conversación hizo ver a la futura presidenta que a Estados Unidos le conviene la relación con México para poder enfrentar el creciente poderío de la economía china, lo que motivó su nombramiento.  El asunto tiene otros aristas complicados: ¿Juan Ramón de la Fuente permitirá que Ebrard recupere para Economía todo el aparato administrativo que como canciller le arrebató para encargarse él de la negociación del tratado que entró en vigor en 2020? Al tomar decisiones, ¿Claudia pasó por alto los posibles conflictos que la operación podría acarrear entre las dos secretarías y los dos personajes? El tiempo dirá.   

El nombramiento de Rosaura Ruiz, acompañado del anuncio de elevar el Consejo a rango de Secretaría suscitó entusiasmo entre las comunidades científicas y académicas.  Habrá que ver, una vez que el Consejo alcance el rango, de qué acciones y políticas se valdrá para promover el desarrollo y la aplicación de las ciencias. ¿Se mantendrá el discurso ideológico en contra de lo que la actual directora llamó "ciencia neoliberal"? ¿Reintegrará a la comunidad científica a la definición de las políticas públicas de la materia? Días después, Claudia expresaría que la modificación del Consejo a Secretaría no implicará un aumento presupuestal. Así la ciencia y la tecnología, y ahora también las humanidades y la innovación, serán conducidos con un presupuesto que será ligeramente al que se ejerció en 2015.  ¿De verdad se les está dando la importancia que merecen estas áreas?

Adicionalmente, la futura presidenta afirmó que la Guardia Nacional pasará a la Secretaría de la Defensa y negó que la medida implique militarización. Refrendó, también, la reforma judicial, aun si, como está proyectada, pone en peligro la renovación del T-MEC, proyecto prioritario para ella. Así pues, la futura presidenta genera incertidumbre. 

Envía muchas señales, algunas de las cuales apuntan en direcciones diferentes y da pie a pensar que es en el oficialismo donde está librando las batallas más difíciles.  Por un lado, el presidente estaría dejándole ver que será el poder detrás del trono. Por otro, debe enfrentar liderazgos dentro del partido que le meten ruido y le quitan tiempo. El de Fernández Noroña, por ejemplo.