AQUEL DISCURSO DE COLOSIO
15/03/2022
El discurso de Colosio formó parte de una estrategia de relanzamiento de su campaña
El 6 de marzo pasado se cumplieron 28 años del famoso discurso de Luis Donaldo Colosio Murrieta, pronunciado al pie del Monumento a la Revolución en la Ciudad de México. Se trata de uno de los mensajes más influyentes que justamente se encuentran al nivel del emitido por John F. Kennedy, en su toma de posesión como Presidente de los Estados Unidos, en enero de 1961 o el del Dr. Martin Luther King, en el Lincoln Memorial, en agosto de 1963.
El discurso de Colosio formó parte de una estrategia de relanzamiento de su campaña, misma que nació deslucida y que, con el paso del tiempo, ya nadie volteaba a ver. Diversos factores concurrieron en ello: los berrinches mediáticos de Manuel Camacho, el mentor neoliberal del actual Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; la insurgencia en Chiapas; las pugnas internas de diversos actores políticos al interior del PRI y la inseguridad latente, en el equipo de campaña, sobre una posible sustitución de candidato por parte del Presidente Salinas. De ahí la urgencia de catapultar la figura de Colosio, su imagen ante el electorado. Se trataba de darle un empuje vigoroso, con un mensaje poderoso. La esencia del discurso era “vender” la imagen de un hombre de profundas convicciones democráticas, eminentemente federalista y promotor de la justicia social. No sólo habría que serlo, sino parecerlo y de eso trataba la estrategia.
En medio de un mar proceloso, lleno de golpeteos internos y enemigos encubiertos, el equipo del ex candidato presidencial se metió de lleno a estructurar el discurso del 6 de marzo. Se elaboraron 10 borradores en los que intervinieron tres despachos de consultoría, más los seis equipos de redacción del discurso del candidato, donde Zedillo, el Coordinador General de la Campaña, tenía la última palabra. Fue un derroche más de tipo presupuestal que de talento. Finalmente, lo terminarán redactando tres personajes cercanos a Colosio: Samuel Palma César, Javier Treviño Cantú y Cesáreo Morales.
El discurso se compuso por cuatro grandes marcos: las salutaciones, el diagnóstico de los problemas, la presentación de propuestas y la arenga o invitación a la acción. Para la elaboración de sus frases más memorables se utilizaron figuras retóricas muy socorridas en los discursos políticos, tal como la anáfora, la epífora, el quiasmo y la tríada. Cabe aclarar que en aquél tiempo no existía la Wikipedia, la tabla de salvación de varios asesores de legisladores y dirigentes políticos de hoy que, en vez de favorecer la imagen de su jefe, aportando talento y esfuerzo intelectual, la afean con información y recursos de dudosa procedencia o en el peor de los casos, acudiendo al mediocre procedimiento del copy-paste para dársela de auténticos.
Casos como el de Manuel Velasco, en Chiapas o el de Miguel Ángel Covarrubias Cervantes, en Tlaxcala, son una muestra patética de ese mal hábito. Para quienes no conocen bien de estos temas, me permito comentarles que, en la elaboración de un discurso, sobre todo político, entran en juego muchas cosas, como el conocimiento de la condición humana, el funcionamiento del cerebro y el contexto en el que habrá de pronunciarse. Y lo fundamental: que el político, llámese candidato o aspirante, llegue debidamente entrenado, fogueado, instruido y seguro de sí mismo. La música de su lenguaje no verbal (voz, mirada, ademanes, postura) debe provocar la excitación de la sensibilidad de quienes le escuchan. El escenario debe ser siempre el espacio de su genio.
Y así lo hizo Colosio. Frases como “veo un México con hambre y con sed de justicia”, cuya autoría es de Justo Sierra; “soy heredero de la cultura del esfuerzo, no del privilegio” o “el gran reclamo de México es la democracia”, son de las más vibrantes de ese mensaje. Frases construidas con esmero. Una fina redacción digna de quien conoce el oficio de elaborar discursos y de saber trasladar a un documento todo el arsenal ideológico del personaje.
Finalmente, y es preciso decirlo, el discurso de Colosio, más que de ruptura con Salinas, significaba la continuidad a través de un cambio. El cambio entre quien deja la Presidencia y el que asume la investidura. Entre quien baja las escalinatas del Palacio Nacional y el que las sube jubiloso y a paso acelerado.
La frase queda para la historia: “la única continuidad que propongo es la del cambio; la del cambio que conserve lo valioso”. Lanzo mi pregunta al aire ¿Fue Colosio un candidato que promovía la continuidad o el continuismo? Juzgue usted.
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