LITIGANTE
26/02/2025
ALGUNAS DE MIS VIVENCIAS COMO LITIGANTE (II)
"Los pleitos hay que ganarlos como propios y
perderlos como ajenos".
Anónimo.
SEGUNDA PARTE
Yo siempre tuve presente el vergonzoso caso en que un abogado sin escrúpulos llegó al extremo de influir en el ánimo de su cliente para que alevosamente asesinara al abogado que patrocinaba a su contraparte. Ese hecho lamentable fue unánimemente reprobado por la sociedad tabasqueña.
También recuerdo el caso de un colega que acudió a mi despacho para entrevistarse conmigo con miras a solucionar un asunto y que al ver sobre mi escritorio una grabadora salió despavorido pensando que estaba yo grabando nuestra conversación, lo cual me sorprendió pues no era así, y además, en nada lo afectaba si así hubiera sido.
Igualmente tengo muy presente cuando otro contendiente, que por cierto gozaba de mucha fama y supuesta honorabilidad, al darse cuenta que el litigio se lo tenía prácticamente ganado, me telefoneó para proponerme un arreglo extrajudicial, pero grande fue mi sorpresa cuando me dijo que él aceptaría dejar de patrocinar a su cliente a cambio de que yo le diera una determinada cantidad de dinero, a lo que le respondí que no fuera sinvergüenza y que siguiera defendiendo su causa. Desde entonces noté que me empezó a tratar con más respeto, no obstante que él era varios años mayor que yo. De ese incidente aprendí que hay muchas personas con honorabilidad aparente, que carecen de escrúpulos y son capaces de vender su alma al diablo con tal de ganar dinero fácilmente.
Lo narrado anteriormente casi me obligaba a decidirme a mencionar el nombre del aludido con todas sus letras, pero aunque ya falleció, me da mucha vergüenza que dentro de mi gremio se presenten situaciones que han provocado que el público luego nos califique a todos de la misma manera. Casos denigrantes como el relatado anteriormente hay muchos, pero no olvidemos que tanto peca el que mata la vaca como el que le sostiene la pata; es decir, esto no ocurriría si no hubiera quien propiciara el ilícito a cometer.
LOS JUECES
En aquel entonces los encargados de impartir justicia eran pocos y por consiguiente eran todos conocidos, no como en la actualidad en que ha crecido tanto su número al grado de que ni entre ellos mismos se conocen.
Viene a mi mente uno que era muy honorable, y en una ocasión me dijo confidencialmente que me había recomendado con alguien, pero que si aceptaba yo manejar el asunto que no lo fuera yo a radicar en el juzgado del que era titular, a lo que le respondí que no se olvidara que en todo caso el que iba a decidir era yo, previo análisis de las acciones que se llevarían a cabo, pues siempre he sido selectivo en los compromisos que contraigo.
Fuera de esa anécdota, con todos los demás jueces ante los que promoví las acciones de los clientes que tuvieron la confianza de encomendarme sus asuntos, fueron siempre muy atentos y accesibles conmigo al igual que el personal que colaboraba con ellos, lo mismo mecanógrafas que notificadores, etc., entre los cuales se encontraban los actuarios. Por cierto, había uno que era, sinceramente, repulsivo no solamente por su aspecto personal sino por su trato, al que había que manejarlo con mucho tacto. Porque de lo contrario tomaba represalias con argucias, como las de hacer perdedizos los expedientes o dar el "pitazo" a la contraparte. Además, para cumplir con lo que era su obligación, siempre pedía dinero con cualquier pretexto, es decir, exigía la clásica "mordida", esa viciosa práctica que creo jamás podrá erradicarse del ejercicio profesional en los trámites judiciales, mientras existan abogados que la incentiven. (Continuará)
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