Xóchitl: La Capitalización Inteligente de Un Error

Pero si bien el presidente es responsable de haberle encendido los reflectores a Xóchitl, ella se ha encargado, con gran acierto, de sacarle provecho

Cuando el escenario político parecía controlado por la inercia desmovilizadora generada por el presidente; cuando parecía que la farsa pre electoral marchaba de acuerdo al plan de su gestor y que habría de conducir a confirmar a Claudia como el personaje elegido por la mayoría para convertirse en la heredera del poder transformador; cuando las fuerzas de la oposición se mostraban más insulsas e incapaces que nunca y cuando todo indicaba que a quienes disentimos no nos quedaba otra opción que aguantar con resignación el desarrollo de los sucesos hasta su culminación, el día de la elección , cuando el pesimismo, pues, nos aplastaba, Xóchitl Gálvez dio un golpe de autoridad y modificó el juego.

No estoy augurando su triunfo.  Lo que quiero destacar es que, a pesar de que tirios y troyanos pregonaban que el camino de Morena para retener el poder estaba libre pues, decían unos y otros, “no hay nadie en la oposición que pueda hacer ruido siquiera”, las cosas han cambiado radicalmente de manera sorpresiva, al menos por el momento.  Después de todo, hay oposición.

Aunque López Obrador no tiende a reconocer errores, es posible que—sin decirlo—esté arrepentidísimo de no haber dejado a Xóchitl replicar.  Podrá decir, muy posiblemente con razón, que si le hubiera permitido el acceso ella habría aprovechado el espacio para promoverse.  Pero una cosa es verdad: el impacto que habría alcanzado Xóchitl no habría sido el mismo al que consiguió tras la negación.  No hay duda: el poder ensoberbece y ciega. El presidente creyó que adelantando el proceso electoral, además de que fortalecía su estrategia de distracción permanente, le garantizaría el triunfo pues al exponer a sus elegidos a la mirada pública, reforzando el discurso de su llamada “cuarta transformación”.   Pero no sólo eso: creyente de que todo lo que hace es correcto y adecuado, no imaginó siquiera que al rechazarla y descalificarla conseguiría proyectarla hasta, por lo menos, donde ahora está.  Xóchitl ya es una piedra en el zapato del presidente, y también en los de sus elegidos, por supuesto.

Pero si bien el presidente es responsable de haberle encendido los reflectores a Xóchitl, ella se ha encargado, con gran acierto, de sacarle provecho al garrafal yerro del presidente. No le restemos méritos.  Xóchitl no era desconocida en el medio político.  Llegó a la política invitada por Fox y ella aceptó participar si el presidente le cumplía ciertas condiciones.  Vicente accedió y ella se convirtió la jefa de la oficina encargada del desarrollo de pueblos indígenas que luego ella transformaría a Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Fue candidata al gobierno de Hidalgo y fue jefa de la entonces delegación Miguel Hidalgo desde 2015 hasta 2018, cuando se convirtió en senadora por Acción Nacional.  Gozó siempre de una imagen fresca y “campechana”, mujer osada que decía siempre lo que pensaba sin rebuscamientos.  Con una extraordinaria asesoría, supo capitalizar la soberbia presidencial.  Llegó a Palacio a tocar la puerta, a sabiendas de que no sería recibida.  Periodistas y camarógrafos la acompañaron.  Posó sonriente a todos ellos.  El presidente le habría quebrado el esquema ordenando que la puerta se abriera y fuera conducida al estrado donde él se encontraba.  Pero no, prevaleció la ceguera, el convencimiento de que le asiste siempre la razón.  El presidente fue víctima de su falta de inteligencia emocional.  La noticia estuvo en todos lados. Dio la vuelta al mundo.  Días después, Xóchitl se plantó frente a esa puerta y lanzó el video que le dio el empujón al cielo.  Hoy la mayoría de la población mexicana conoce a y habla de Xóchitl Gálvez.

Así como en 2018 el hartazgo movió a las clases medias a dejar de lado los temores que les infundía la imagen “socialista” de López Obrador, así ahora, el nuevo hartazgo, está haciendo que dejen de lado sus prejuicios raciales hacia los indígenas, si bien habría que decir que las características de Xóchitl, más cercanas a la de mujer mestiza que a la de indígena, han colaborado en la adhesión.  La población racista mexicana—de amplio porcentaje—no tiene problemas en aceptar los orígenes indígenas en alguien que tiene una formación y un estilo de vida cercano a la de ella. 

Así pues, un grave error presidencial, una mujer inteligente que ha sabido favorecerse de él y una población harta a la que la figura de esa mujer no le hace ruido han hecho posible el fenómeno Xóchitl.  Esta historia apenas empieza.  El final no es predecible.