En Odesa protegen a bebés en búnkeres subterráneos por bombardeos

Tras el sonido de las alertas aéreas en Ucrania, algunos bebés son llevados a refugiarse y otros deben quedarse en el área de Cuidados Intensivos

En Odesa y en el hospital infantil más grande de la ciudad ucraniana las enfermeras se preparan para bajar a los niños y neonatos a los búnkeres subterráneos. Sin embargo, algunos bebés no pueden ser protegidos de los posibles ataques.

En Odesa protegen a bebés en búnkeres subterráneos por bombardeos

En una de las plantas se encuentra la sala de cuidados intensivos y reanimación de los neonatos. Algunos bebés, que no llegan a pesar ni un kilo, están intubados o esperando una operación, y no tienen la posibilidad de ser bajados a los búnkeres ante bombardeos, por los que a las enfermeras solo les queda una opción: apagar la luz para evitar ser vistos y proteger todo lo posible la planta, incluso con colchones.

Algunas de las madres al no poder bajar con sus bebés los llevan en sus carriolas y se van colocando en los diferentes refugios del Hospital Clínico Infantil de Odesa, donde esperan con angustia a que ceda el suceso.

La directora del hospital, Tatiana Pokatilova, afirma que tienen “todo organizado” para cuando suena la alarma, que en un día puede llegar a escucharse varias veces, sobre todo por la madrugada, con “personal en cada edificio dedicado al plan de evacuación”.

En la unidad de Cuidados Intensivos, ante un bombardeo, “no podemos proteger a los bebés, solo ponemos celofán en los cristales que han sido reforzados y cubrimos las ventanas con cortinas e, incluso con colchones”, mencionan.

L a doctora señala que es “imposible” poder bajar a esos bebés que, o bien se están recuperando o están en una grave situación, ya que la mayoría pueden sobrevivir al estar conectados a los sistemas de ventilación.

Natalia Sivolav, jefa de la Unidad de Cuidados Intensivos para neonatos y niños del hospital, relata que también “apagan la luz” para no ser vistos desde fuera, ya que tienen miedo de que el hospital infantil sea uno de los objetivos de los ataques rusos, como sucedió la semana pasada en el materno-infantil de la ciudad de Mariúpol, según denunciaron las autoridades ucranianas.

En la habitación de la UCI para neonatos, con capacidad hasta doce bebés, no pueden quedarse las madres, aunque sí pueden entrar para visitarlos durante unos minutos.

La directora del hospital señala que hasta el momento son “afortunados” porque no se han visto afectados directamente por el conflicto y no han recibido niños heridos por los ataques.

Ya han preparado varios planes de emergencia y ya no acogen apenas a niños con una situación leve, aunque siguen haciendo consultas: “En general, hemos centralizado todo y tenemos una estrecha cooperación con las farmacias y contamos con la ayuda de los países europeos, que reaccionaron rápidamente. Todo el mundo que pudo ayudar lo ha hecho”, asevera.

Ante la situación muchas mujeres y niños han huido del país, superando ya los 3 millones de refugiados, según datos de la ONU, lo que se considera el exilio que avanza más rápido desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.

Sin embargo, todo el personal del hospital, mujeres en su mayoría, no se van: “Todas las sanitarias se han quedado en nuestra unidad. Somos afortunadas porque nadie se ha ido”, señala Sivolav.

“No tenemos alternativa. Necesitan tratamientos específicos y si no hay médicos ni enfermeras que puedan hacerlo, ¿quién va a cuidar de ellos?” mencionan.

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