Cambio climático desaparece bodegas heladas de Alaska
Por generaciones, los habitantes de los pueblitos del extremo norte de Alaska emplearon bodegas naturales construidas a mano en la superficie helada
Por generaciones, los habitantes de los pueblitos del extremo norte de Alaska emplearon bodegas naturales construidas a mano en la superficie helada para almacenar carne de ballena y de morsa y mantenerla fría durante el año.
Muchas de estas bodegas subterráneas están siendo inutilizadas por el calentamiento global y otras fuerzas que alteran un antiguo estilo de vida. Algunos pueblos balleneros están tratando de adaptarse a medida que las bodegas se llenan de agua y de moho.
“Estoy preocupado”, dijo Gordon Brower, capitán de un barco ballenero que vive en Utqiagvik, la comunidad más al norte de la nación, que este año registró el verano más cálido de que se tenga noticias.
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Su familia tiene dos bodegas heladas subterráneas. Una tiene más de 100 años y puede almacenar al menos dos toneladas de carne de ballena congelada reservada para las fiestas de la comunidad, mientras que la otra fue construida en 1955 y es usada para preservar las cosas que consume la familia.
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Brower le pidió hace poco a su hijo que recogiese carne de ballena de una de las bodegas y descubrió que en ambas se habían acumulado líquidos.
“Volvió y me dijo, ‘papi, hay pozos de agua y sangre’”, relató Brower, director de planificación y desarrollo del distrito North Slope Borough. Sacó la carne de la comunidad y la conservó bajo una lona ya que la temperatura era lo suficientemente baja como para que no se pudriese.
"Pareciera que pequeñas alteraciones temporales en la permafrost afectan la temperatura de nuestra bóveda"
Residentes e investigadores dicen que el problema se viene gestando desde hace décadas como consecuencia del calentamiento global, que afecta distintos aspectos de la vida en el extremo norte del planeta: descongela la permafrost, altera los patrones de caza y reduce los períodos en que hay hielo en las costas, que protegen a las comunidades costeras de las tormentas. Otros factores incluyen el desarrollo y las condiciones de la tierra.
Los cambios aumentan la vulnerabilidad a las enfermedades propagadas por alimentos, según estudios del Consorcio de Salud Tribal de los Nativos de Alaska. Esa organización y las autoridades estatales dicen que por ahora no saben de nadie que se haya enfermado.
Había al menos 50 bodegas de hielo en Point Hope, un pueblo ballenero iñupiaq. Hoy quedan menos de 20, de acuerdo con el supervisor de servicios para la comunidad Russell Lane, capitán de un ballenero que vive desde hace 52 años en esta comunidad de 750 personas. Los problemas con las bodegas heladas se han agravado en las dos últimas décadas, señaló.