La naturaleza no cambia, pero sin embargo invariablemente cambia con el tiempo, la forma de mirarla
La Agricultura Orgánica es en sí un cambio nacido de una forma distintita de mirar la agricultura en la actualidad
Masanobu Fukuoka (福岡正信) agricultor, biólogo y filósofo japonés mencionó en alguna ocasión que La naturaleza no cambia, pero sin embargo invariablemente cambia con el tiempo, la forma de mirarla.
Una visión integral mucho más completa, que nos hace ver su contribución a la alimentación, salud, conservación ambiental, soberanía, bienestar, arraigo de nuestro pueblo a la tierra, a la madre tierra, y más.
¡En resumen, una mirada al pasado, a la raíz! Hace aproximadamente 10 mil años que iniciamos con la domesticación de plantas, los nutrientes provenían de la materia orgánica del suelo, residuos vegetales, abonos animales y pequeñas cantidades de las lluvias.
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La mayoría de las plagas eran controladas por la diversidad de plantas en el agroecosistema, por la tolerancia genética natural y por otros organismos, esto último lo llamamos control biológico.
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Dado que no se utilizaron productos químicos ni cultivos transgénicos (organismos genéticamente modificados [OGM]), excepto los que surgieron por cruzamiento natural, se trataba de sistemas agrícolas orgánicos de facto(Fuente: Charles Francis , Justin Van Wart, 2009) Hoy este modelo de producción que retoma todas estas prácticas es uno de los segmentos con mayor crecimiento dentro del sector agropecuario y agroalimentario ya que representa una solución indiscutible y equilibrada entre el desarrollo de la producción de alimentos, con el consecuente aumento de la productividad agrícola, y por otro lado la conservación de los recursos naturales del agroecosistema, que son la base de donde se sustenta dicha producción.
Sumado a esto su contribución al suministro de alimentos más nutritivos y sanos que fomentan un estilo de vida saludable y responsable en su consumo.
De ahí que su importancia se refleje perfectamente bien dentro de los 17 objetivos planteados por la ONU en la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible que, entre muchas cosas, buscan reducir el hambre a cero y generar una producción y consumos más responsables.
Iniciemos pues haciendo nuestros ranchos, fincas, huertas y toda área de producción, un poco más amigables con el medio ambiente.
Exploremos las muy diversas opciones que podemos desarrollar en nuestro manejo tales como la sustitución de agroquímicos por insumos orgánicos, de los cuales ya existe una amplia gama para procesos de mejoramiento de suelos, nutrición de cultivos, control de plagas y enfermedades, control de malezas y demás.
Implementemos técnicas de siembra cero labranza, asociación, rotación y uso de abonos verdes que ayudan a la conservación del suelo. Posterior a esto estaremos en posibilidad de ver los frutos no solo ambientales, sino también económicos, de este modelo de producción que ya está convertido en un segmento muy rentable.
Todos estos grandes cambios solo pueden ser logrados mediante pequeñas acciones colectivas, por ello debemos iniciar ya. Me encuentro con usted la próxima semana y platicamos de como estamos al respecto en México. ¡Piensa y vive orgánico!