Infidelidad en matrimonio no obliga a reparación por daño moral: SCJN
La primera sala destacó que la fidelidad sexual es un deber jurídico de carácter personalísimo y de contenido moral, por lo que su observancia no puede ser exigida coactivamente
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió que la infidelidad en el matrimonio no puede considerarse un hecho ilícito para lograr una indemnización por daño moral bajo las reglas de la responsabilidad civil, pues ello trastoca el derecho al libre desarrollo de la personalidad y de libertad sexual, aun dentro de la vida matrimonial.
"La libertad sexual es un derecho personalísimo que tiene como condición inherente la autonomía sobre la forma de ejercerla, pues la persona tiene la decisión de elegir tener relaciones sexuales con otra, sin mayor límite que el pleno y válido consentimiento de ambos”, subrayó.
Argumentó que por ello la fidelidad sexual es un deber jurídico de carácter personalísimo y de contenido esencialmente moral, por lo que su observancia no puede ser exigida coactivamente.
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En el caso concreto, un hombre demandó a su esposa y a otra persona la reparación del daño moral sufrido por la afectación de sus sentimientos, afectos, decoro, vida privada y derechos humanos de honor y de reputación, por la infidelidad que sufrió durante su matrimonio.
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En la demanda se plantea que los demandados sostuvieron una relación sexual a espaldas del hombre, de la que nació una hija que no tiene un vínculo biológico con el afectado, hecho que dolosamente ocultaron haciéndole creer por más de 22 años que él era el padre.
Los tribunales competentes dieron la razón al hombre y condenaron a su expareja a reparar los daños sufridos.
Sin embargo, la mujer inconforme acudió a la Suprema Corte en reclamo de su derecho humano al libre ejercicio de su sexualidad, sosteniendo que la fidelidades un valor o deber que pertenece única y exclusivamente al ámbito de la moralidad.
En tal sentido el máximo tribunal estableció que el matrimonio no otorga un derecho o un poder coactivo sobre el cuerpo y los actos del consorte en el ámbito sexual, pues aceptarlo afectaría la propia dignidad humana.
Es así porque aun dentro del matrimonio la pareja conserva la facultad de decidir sobre el ejercicio de su sexualidad, pues son dueños de sus cuerpos y tiene libre decisión para utilizarlo con el fin del placer sexual. Ello, agregó, asumiendo las consecuencias que traerá a la relación matrimonial el propio comportamiento.