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Más fiebre que futbol
Ciudad de México.-
UN CLÁSICO QUE DEJÓ MÁS HISTORIA QUE GOLES
- Las calles aledañas al estadio Ciudad de los Deportes guardan una relación íntima con el balompié. En sus azoteas —improvisadas gradas de concreto— ondeaban banderas de Cruz Azul, mientras la música y hasta el sonido ficticio de un tren (reproducido desde YouTube) avivaban memorias futboleras entre los vecinos.
Pero el paisaje cambió: La Máquina abandonó este escenario en enero para mudarse al Olímpico Universitario, dejando atrás un legado que ahora reclama su rival, el América.
El empate 0-0 en la ida de los cuartos de final de la Copa Concacaf —con miles de aficionados americanistas ocupando los mismos espacios que antes fueron celestes— confirmó esta reconquista urbana, aunque la serie sigue abierta.
El América, poco a poco, se adueña no solo del estadio, sino de esas historias callejeras que alguna vez hicieron sentir a Cruz Azul como el auténtico dueño del barrio.
Estos encuentros despiertan en la afición algo más profundo que el simple espectáculo: una chispa de protagonismo colectivo.
Los gritos, las críticas a las alineaciones y las demandas tácticas a los técnicos elevaron el partido a esa intensidad característica que trasciende las canchas.
Hasta los detalles cotidianos se transformaron por esta pasión desbordada: los estacionamientos triplicaron su precio normal (150 a 300), los boletos revendidos alcanzaron los $1,500 en la reventa, y hasta los puestos de comida y mercancías pirata vivieron su propio boom.
"Es el gran duelo del fútbol mexicano", afirmó el director técnico de Cruz Azul, Vicente Sánchez, y hasta los vendedores ambulantes —testigos anónimos de esta fiesta— asintieron con complicidad. En estos 90 minutos, todos, desde el hincha hasta el último comerciante, se sintieron parte de algo más grande.
Pese a ser reconocido por su juego agresivo y contundente en el contraataque, el América no logró imponerse en el primer tiempo.
Solo un remate de Alejandro Zendejas estremeció el poste tras superar a Kevin Mier, desatando efusivos abrazos y cervezas volcadas entre la afición, aunque sin concretar con la efectividad habitual de la Liga MX.
La respuesta ofensiva de los locales —cuya hinchada fue mayoría, pero no llenó el estadio— se vio influenciada por el gol anulado a Ignacio Rivero por fuera de juego, según el árbitro estadounidense Joseph Dickerson.
Mientras, Cruz Azul se aferró a esa esperanza irracional que surge cuando las estadísticas juegan en contra.
Una historia reciente de finales perdidas (2013, 2024), una semifinal fallida en el torneo pasado y una racha de derrotas pesaban sobre el equipo. Era extraño ver su antiguo fortín, donde hasta hace meses resonaba "Andar conmigo" de Julieta Venegas, ahora teñido de amarillo y azul crema, con cánticos que celebraban el tricampeonato del rival.
El tridente ofensivo del América (Diego Valdés, Brian Rodríguez y Zendejas) creó la jugada más peligrosa del encuentro con una rápida triangulación, pero el remate del estadounidense se fue por un costado del arco de Kevin Mier.
Por su parte, Cruz Azul, lejos de su mejor versión, recurrió al juego aéreo como único recurso. En una de sus pocas llegadas, Ángel Sepúlveda remató de cabeza y forzó a Luis Malagón a despejar con dificultad, concediendo un córner que avivó momentáneamente al equipo visitante.
El América mantuvo la iniciativa con disparos de Valdés y Erick Sánchez, pero su falta de puntería reflejó el mismo problema que aquejó a Cruz Azul: futbol sin efectividad. El rostro de frustración de André Jardine, técnico americanista, resumió el sentir de las 19,700 almas en el estadio.
Un clásico que prometía emociones terminó por decepcionar, dejando todo por definirse en la vuelta del 8 de abril en el Olímpico Universitario, nuevo hogar de La Máquina.
- 14/06/2025
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