A sus 42 años, Pacquiao volverá a calzarse unos guantes este sábado –tras 25 meses de ausencia– para enfrentarse al monarca cubano Yordenis Ugas, en una pelea que tendrá como recompensa el supercampeonato welter de la Asociación Mundial de Boxeo.
“Pienso que mis logros, obviamente las ocho divisiones es algo muy duro de cumplir y sobre todo el seguir siendo peleador ahora... Es un regalo de Dios. Soy feliz haciendo esto. El boxeo es mi pasión por eso sigo aquí y por eso sigo peleando. Disfruto hacerlo. Claro que en cada situación hay un riesgo en tu vida. En lo que sea que hagas. En el boxeo, en el negocio, en política, en cualquier ámbito, siempre hay un riesgo.
Pacquiao aspira a recuperar el supercampeonato que le fue retirado en enero de este año sobre un escritorio, pues el organismo consideró –a pesar de la crisis sanitaria y las restricciones –que llevaba mucho tiempo sin defender y proclamó a Ugas como nuevo campeón.
Para el peleador oriental, el hecho de que las oportunidades se abrieran de esta manera es una señal de que debe recuperar esa corona.
Con 43 peleas con un título internacional en juego, 22 campeones del mundo vencidos y un récord de 62-7-2 con 39 nocauts, Manny Pacquiao asegura que su meta está clara y no incluye pasar a la historia como uno de los mejores peleadores de todos los tiempos, eso lo ve como un plus.
“Mi meta principal es que quiero ser una persona querida en todo el mundo, ser una inspiración y un modelo no solo dentro del ring, también afuera. Una inspiración para cualquiera, especialmente para la gente filipina. Mi sueño es ayudarlos, ayudar a la gente a su familia que es pobre, todos los que tengan una necesidad. No me presiona, al contrario, me inspira el apoyo y el amor de la gente por eso quiero ser una buena persona, amigable”, concluye Manny.
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