Evolución de los Centros Culturales alternativos en Villahermosa

En nuestra entrega anterior nos referimos a los espacios de antaño

Los locales culturales alternativos contemporáneos, por los menos del 2010 hasta lo que va de este 2022, son cada vez menos espontáneos, de hecho se puede decir que algunos han evolucionado de ser meros “espacios culturales” a “centros culturales” por la formalidad de sus gestores, la integración multidisciplinaria de sus propuestas. 

Evolución de los Centros Culturales alternativos en Villahermosa

Además la formación especializada, también hay promotores de centros culturales alternativos que pasaron por la experiencia del funcionario público, lo que los dota de visión y estrategias tanto para sus planes como para sus objetivos en la consecución de recursos. Como sea, los gestores y los productores culturales señalan que estos espacios son importantes por la sencilla razón de que son propuestas de la ciudadanía. 

En nuestra entrega anterior nos referimos a los espacios de antaño que fueron sitios de reunión de artistas, intelectuales y público interesado en la cultura. 

Cercanos en el tiempo también se pueden anotar el Café Selecto dirigido por la escritora Martha Crócker, ubicado frente a la Plazuela del Águila, donde nacieron dos grupos de creadores; o la rica convivencia que se generó en el bar-restaurante Brunos, frente al Parque de los Pajaritos, que fue registrada en un documental del canal 22 filmado por el director de cine Alberto Bojórquez, y alcanzó tal capacidad de convocatoria y autogestión que incluso desplazó la atención de la agenda oficial del travestido Instituto de Cultura de Tabasco por lo menos dos años consecutivos. Y quién no recuerda aquel recinto cultural llamado El Refugio de la Luna, que gracias a la simpatía de sus dueños, y en especial, de la escritora Elizabeth Morales, ofreció aires frescos a la convivencia cultual, o el espacio de fotografía Cucayo de la fotógrafa América Rocío con su intentona de influir en la formación de creadores visuales tabasqueños. Hay que sumar la Fundación José Carlos Becerra que terminó convertida en resguardo político, y el Colegio de Artes Tabasco, que nació al amparo del corporativismo del gobierno estatal y fue decapitado por el comadrato cultural granierista. 

CRECIMIENTO FORMAL 

Un registro periodístico del año 2014 señala que al menos en Villahermosa existían siete espacios culturales independientes, con agenda e intereses definidos que poco a poco buscan crear su público, unos impulsados por el gusto romántico de promover el quehacer cultural “con verdadero amor por el arte” y otros con el objetivo específico de hacerse un espacio en el difícil mercado del coleccionismo pictórico local. 

Los calibres son distintos y se destacaban entre ellos el espacio más longevo: Galería y artesanía Mukul-Ja, de cuyos muros salió la encargada de la política cultural del estado Gabriela Marí en el periodo “nuñista”; le siguen la Galería El Refugio de la Luna dirigido por Miguel Ángel Berdón Prieto; la galería Museográfica Desarrollo Cultural dirigida por Sara Alicia Priego, y la Abrasadora 54, un espacio creado por el actor y director de teatro Ricardo Guzmán. 

Parafraseando a la escritora Margarite Yourcenar, la aparición y desaparición de los Centros culturales alternativos en Villahermosa, es una existencia que está hecha de súbitos impulsos y de obstinada constancia cuando no de compromisos y olvidos, pero son en suma reflejo y devenir de una necesaria inconformidad, de esa vitalidad y siempre renovable juventud. 

Algunos recintos alternativos tienen una agenda realmente alternativa aunque no se puede hablar en ningún caso de una conciencia de contracultura comunitaria, de hecho, algunos recintos trabajan en coordinación con instituciones municipales, estatales o federales.

En cambio, lo que sí se puede adelantar es que cada vez es más notoria una “actividad económica cultural” tanto en los recintos culturales independientes de Villahermosa como en los municipios; y que son las actividades pictóricas y escénicas las más participativas. Algunos incluso, han agregado como un plus las “salas de lectura” con lo que dotan de libros literarios para todo público. 

Tras dos largos años de pandemia por co- vid-19, algunos recintos culturales independientes desaparecieron o simplemente se convirtieron en “sitios en línea”, y otros reabrieron sus puertas con talleres, cursos, obras de teatro, conciertos, salas de lectura, club de proyección de películas. 

No son pocos y enfrentan nuevos retos: la gestión cultural comunitaria en el entorno de la nueva realidad que impone el manejo de la cibercultura (redes, audiovisuales) creación de público urbano y comunidad cultural, agenda mixta presencial y online, trabajo multidisciplinario enfocado a las capacidades de recreativas, y de entretenimiento combinadas con las manualidades.

 

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