En los últimos 80 años, Tabasco ha perdido el 44 por ciento de la zona selvática y de bosques, por la tala sin control y cambio de uso de suelo, cuando estaba en su apogeo la ganadería en gran parte del territorio.
De acuerdo a especialistas, desde 1940 – según los estudios– comenzó la deforestación de Tabasco, sobre todo de la zona selva donde se ha perdido el 44 por ciento de la superficie con la cual se contaba.
Actualmente quedan en Tabasco mil 263 kilómetros cuadrados de bosques y humedales, por lo cual en la entidad se ha comenzado a pensar en qué van hacer contra el cambio climático, y dentro de la agenda 20-30 está la creación de un vivero.
En una de las extensiones de la División Académica de Ciencias Biológicas (DACBIOL) de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), fue creado el vivero denominado “El Dorado” que tiene la finalidad de ser uno de los principales semilleros para la producción de árboles maderables y frutales, así como de plantas de ornato.
Cabe mencionar que tan sólo en el 2021, en este lugar fueron cultivadas alrededor de 50 mil unidades de árboles tanto maderables como frutales que fueron utilizados para reforestar grandes extensiones de terrenos en los 17 municipios de la entidad.
Este espacio, donde además de hacer germinar y crecer las plantas, se utiliza para que salgan todos aquellos árboles que van a ser destinados para programas de reforestación de Tabasco.
Sistema Informativo de Tabasco (SIT) platicó con el director de la División Académica de Ciencias Biológicas (DACBIOL) de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), el doctor Arturo Garrido Mora, quien señaló que este vivero lo trabajan en coordinación con la Secretaría de Bienestar, Sustentabilidad y Cambio climático (SBSCC), así como la Secretaria de Medio ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Comentó que el objetivo del mismo, es generar un espacio acorde a las necesidades de reforestación de la planicie tabasqueña como parte de las acciones signadas en la agenda 20- 30 para afrontar y revertir el cambio climático.
“Para cumplir con esta tarea, es necesario aplicar una estrategia que permita, entre otras cuestiones, garantizar la estabilidad del inventario de plantas y contar con un registro puntual del destino, cuidado y crecimiento de las mismas, así como de las personas o instituciones receptoras”, explicó.
Cabe hacer mención que dicho espacio promueve la reforestación, para ampliar la cobertura de áreas prioritarias y superficies verdes que contribuyen a la conservación de especies de flora y fauna local, conforme a la normatividad vigente.
Es por ello que las autoridades gubernamentales han creado un sistema de donación de árboles o plantas de ornato donde la ciudadanía en general tenga acceso directo a ellas y para ello, tienen que realizar la petición a través de una carta dirigida al titular de la Secretaría de Bienestar Sustentabilidad y Cambio Climático donde tiene que indicar para qué quiere la planta o las plantas y la zona que desea reforestar.
De acuerdo a estudios del Colegio de la Frontera Sur, en México, durante los últimos 15 años la ganadería ha crecido a un ritmo promedio anual de 2% y ocupa casi 4 millones de hectáreas más que antes, lo que contribuye a generar entre 21 y 24% del producto interno bruto agropecuario nacional (incluye agricultura, ganadería, pesca, caza y aprovechamiento forestal).
En Tabasco, la ganadería bovina (vacas, toros y bueyes) ocupa más de un millón 617 mil hectáreas (dos terceras partes de la extensión territorial); en ellas pastorean aproximadamente un millón 727 mil animales (apenas un poco más de un animal por hectárea), lo que se traduce en una baja unidad animal por superficie, muy por debajo por lo recomendado para áreas de pastoreo en el trópico húmedo.
Los datos arriba mencionados suponen una fuerte contribución de los sistemas ganaderos en la alimentación y en la economía de muchas familias tabasqueñas, sin embargo, a pesar de tal importancia, la ganadería se considera una actividad muy ineficiente y perjudicial, para el medio ambiente.
La entidad, es una muestra de lo que ocurre en diversas zonas del país y de América Latina en general: la producción bovina desarrollada en forma tradicional (a libre pastoreo) aumenta aceleradamente con grandes carencias de asistencia técnica, capacitación y con prácticas que muchas veces contribuyen a erosionar el suelo, degradar las pasturas y sobre todo, facilitan la pérdida de las zonas boscosas y selváticas, así como la pérdida de fauna y flora que constituyen la diversidad biológica de los ecosistemas.
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