Un giro de 180º, para adaptarse a lo que la pandemia que se vive hoy en día, es lo que varios pequeños empresarios de nuestro estado han hecho para no cerrar sus negocios, generar ingresos y no dejar sin empleo a quienes forman parte de su plantilla laboral.
Este es el caso de Mirna Beatriz de la Cruz Álvarez, quien el cinco de septiembre del 2019 iniciaba una aventura llamada Treya, tienda dirigida al mundo del running, ciclismo y otras disciplinas, luego de tres años sin establecimiento, logró hacer realidad abrir la tienda física.
La contingencia asestó un duro golpe al proyecto, se presentó justo cuando iniciaban los eventos importantes para los que ya había realizado inversiones.
“Comenzaron las cancelaciones de eventos, uno tras otro, vino el anuncio de cerrar por indicaciones por autoridades, todo se enfocó al COVID-19; no había dinero por la inversiones realizadas, muchas deudas, sin ingresos; nos quedamos con siete pesos, así de plano, con la tienda cerrada, de pronto nos cae una venta de cosas para corredores que nos permitió darle vuelta a ese dinero y lograr algo de capital.
Las semanas transcurrían y no había forma de regresar al trabajo habitual, mucho menos el apoyo anunciado por las autoridades para los pequeños empresarios, vino entonces la reconversión de Treya.
“La contingencia trajo necesidades también y vimos una oportunidad, primero con unas gorras con careta que se vendieron 50 a domicilio en poco tiempo, la ganancia la volvimos a invertir y ahora fueron 100 gorras; los proveedores cambiaron también su giro, el local estuvo a nada de cerrar, pero dijimos que no a pesar de la desesperación de saber que iba a pasar, pero los tiempos de Dios son perfectos”.
Sus proveedores de artículos deportivos fueron los primeros en cambiar el giro con todo lo relacionado a la seguridad por el Coronavirus, no fue fácil para ‘Estrellita’, como es conocida en el ámbito deportivo, tomar la decisión, sobre todo por cuestiones de conciencia.
“Un poco incomoda porque mucha gente vio como una oportunidad de negocio el dolor ajeno, con precios muy elevados; entonces pensamos en que debíamos también ser accesibles y los precios que manejamos no son exagerados, te imaginas si no hay trabajo, pocos ingresos y que ahora también haya que pensar en comprar las cosas para la seguridad de la familia, cuidamos en que la gente no gaste de más”.
Y esa conciencia de mantener precios accesibles les trajo también a ellos muchas cosas positivas, testimonios de clientes que solucionaron sus problemas.
“Hemos visto gente que llegaba desesperada por un oxímetro del que les llegaron a pedir hasta mil 700 pesos, aquí encontraron precios razonables, así nos quitamos un poco ese peso de lucrar con el dolor ajeno”.
Al día de hoy, Treya se mantiene abierto, presumiendo incluso que no solo mantuvo su plantilla laboral sino tuvo la posibilidad de dar empleo a dos personas más, todavía hay deudas que saldar, pero con la oportunidad de generar ingresos sin precios excesivos.
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