No estábamos desprevenidos, se previene una tragedia mayor: Secretaría de Salud

Los contagios y defunciones por COVID-19 se contarían por miles en la entidad si no se hubiera recuperado y rescatado el sector salud

Un sistema de salud en crisis, totalmente deteriorado, abandonado, mal financiado, corroído por la corrupción y saqueado en los dos últimos sexenios, no estaría en condiciones de afrontar la pandemia del coronavirus, si el gobierno actual no hubiera enfocado sus esfuerzos en reconstruirlo.

La propagación del virus no tomó desprevenido al gobierno de Adán Augusto López Hernández. Durante los primeros trece meses de su administración, se enfocó en la impostergable tarea de reconstruir el sector salud, que los gobiernos de Andrés Granier Melo y de Arturo Núñez Jiménez se empeñaron en arruinarlo y dilapidar su prestigio.

Cuando se confirmó el primer caso positivo de coronavirus, en marzo pasado, el sistema de salud ya estaba preparado, equipado, abastecido de todo lo necesario para salvar la vida de los tabasqueños, la prioridad en este momento; con un personal médico, revalorado y reconocido, dispuesto a sumar esfuerzos en esta dura batalla.

La tarea de reconstrucción del sistema de salud, a cuya cabeza está la doctora Silvia Roldán Fernández, ha requerido de una inversión de seis mil 872 millones de pesos en trece meses y se mantiene vigente y contando.

Se inició prácticamente desde sus cimientos: reparación y mantenimiento de la infraestructura hospitalaria, equipamiento, abasto de insumos y medicinas y recursos humanos.

Los tabasqueños merecen una atención de calidad y los médicos y enfermeras trabajar en las mejores condiciones para brindar un servicio de calidad. Por eso no se escatimó ni tiempo ni recursos.

Poco a poco se le ha devuelto el brillo y el prestigio que en años anteriores llegó a tener el sector, y que hoy le permiten a este gobierno afrontar con determinación y dignidad esta pandemia que a nivel mundial ha contagiado a más de dos millones de personas y ocasionado la muerte de cien mil más en 215 países del mundo. El año pasado, el gobierno morenista implementó un programa de austeridad y le declaró la guerra a la corrupción, en consonancia con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Esas dos acciones le permitieron generar ahorros por 500 millones de pesos durante el 2019, recursos que se han utilizado en la reconversión hospitalaria, la compra de equipo (respiradores, mascarillas, trajes especializados, cápsulas para el traslado de enfermos de coronavirus) y medicamentos, y todo lo que se requiera para salvaguardar la salud de los tabasqueños ante el coronavirus.

UN ANTES Y UN DESPUÉS

Dicen que el hubiera no existe, pero en tiempos de pandemia la comparación se justifica, adquiere relevancia, sobre todo cuando se trata de hablar del sistema de salud de Tabasco. Sin duda hay un antes y un después, que en la situación actual del estado ha marcado la diferencia.

En los dos últimos sexenios se descuidó de manera irresponsable y se dejó caer la infraestructura hospitalaria; por la falta de mantenimiento se echó a perder equipo e instrumental médico especializado y este no fue renovado porque el dinero prácticamente se lo robaron.

Si la crisis sanitaria hubiera estallado como el actual gobierno encontró el sector salud, los contagios y las defunciones se contarían por cientos si no es que por miles en la entidad. El panorama hubiera sido desolador, una verdadera tragedia, que afortunadamente no se está viviendo.

Con Granier Melo se inició la debacle del sector salud. Hubo derroche, dispendio, negocios personales en lugar de mantener, conservar, equipar y dotar de medicamentos los hospitales y centros de salud. El dinero del Seguro Popular fue a parar a unas cuantas manos, pero no para apoyar a los tabasqueños sin seguridad social.

El final de ese sexenio fue caótico para el sector salud, y aunque el exgobernador siempre lo negó, las evidencias de corrupción fueron contundentes y el colapso financiero no se pudo disimular.

El escándalo estalló. Mientras el sector salud de Tabasco estaba en crisis, los medicamentos escaseaban y el equipo hospitalario se caía a pedazos, sus funcionarios se paseaban en Las Vegas y dilapidaban cientos de miles de pesos en las mesas de juego, apostando en lujosos casinos la salud de los tabasqueños. Por si ello fuera poco, se reportó el cese de tres directores de hospitales de Alta Especialidad “por violación clara y directa de la Ley de Adquisiciones”, con lo que provocaron un adeudo de 221 millones de pesos, el sector salud agonizaba mientras sus funcionarios apostaban su resto.

A mediados de 2012 no había recursos ni para comprar medicinas, se cancelaron los programas de ayuda a adultos mayores, madres solteras y discapacitados, quedando inconclusas varias obras.

Sin recursos para salarios, jeringas, medicinas, material de curación, oxígeno y hasta comidas, la situación en los hospitales era insostenible.

En diciembre del 2012 Andrés Granier dejaba el estado, huía días antes del cambio de administración dejando un “boquete” en tan solo el sector salud de mil 300 millones de pesos, 200 millones que correspondían al presupuesto estatal y mil 100 millones al federal, asignados a este sector y que fueron saqueados de programas vitales.

Peor el remedio que la medicina

Se pensaba que con Arturo Núñez Jiménez en el gobierno la situación iba a cambiar. No fue así, resultó peor la medicina que la enfermedad. Si bien denunció el saqueo cometido en el sector salud, no hizo nada para sacarlo de la crisis, al contrario, dejó en manos de su esposa el manejo administrativo de esa fundamental dependencia.

Hace dos años, justo en el último año de administración de Arturo Núñez el sector salud se hallaba colapsado. Se repetía la historia del sexenio granierista. Los médicos llegaron a decir que se encontraba en “terapia intensiva”, agonía que se prolongó hasta el 31 de diciembre de ese año.

No había ni lo más elemental de los insumos médicos. Había carencia de todo: medicamentos, aparatos e instrumental médicos, equipo personal para doctores y enfermeras, productos de limpieza y un largo etcétera. Los familiares de los enfermos tenían que comprar material de curación y medicinas.

Al personal médico se le adeudaba salarios. Eran frecuentes las protestas, los plantones. 

Los dirigentes sindicales denunciaban lo que acontecía. Acusaban al gobierno de Núñez de poner en riesgo la salud de los tabasqueños, lo que constituía un crimen de lesa humanidad.

A diario salían a relucir historias en las redes sociales sobre las difíciles e inhumanas condiciones en que eran atendidos los enfermos en los hospitales públicos. Todas esas historias quedaron consignadas en medios impresos y electrónicos locales, como la denuncia que hizo la Fundación “Los Ángeles del Mago Chong Tall” por la falta de medicamentos para niños con cáncer.

Esa asociación, sin fines de lucro, dijo en su momento que era una constante que en el Hospital del Niño “Rodolfo Nieto Padrón” se les negara la atención a pacientes con cáncer por la falta de medicamentos. Eso pasaba también en el Juan Graham, Rovirosa y el Hospital de la Mujer. A pesar y en contra del gobierno, los médicos y enfermeras dieron la batalla por la vida, en condiciones muy precarias.

Núñez acentuó la crisis en Salud

El sistema de salud de Tabasco llegó a ser uno de los mejores del país, no solo por su infraestructura hospitalaria de primer nivel, sino porque contaba con personal médico altamente capacitado. Era ejemplo nacional.

Todo ese prestigio se perdió en el último tramo del gobierno que antecedió al que encabezó Arturo Núñez y en cuyo mandato se acentuó. La corrupción fue la causa principal de que todo se haya ido por la borda. 

Nada se movía en Salud si no era autorizado por la señora Martha Lilia López Aguilera. Tenía el control administrativo del sector. Ponía y quitaba a titulares de esa área. Todos le rendían cuentas a ella y hacía lo que les pedía.

La señora de Núñez manejó un presupuesto millonario cuando estuvo al frente del DIF Tabasco. Le inventaron un cargo, el de presidenta del Consejo Ciudadano Consultivo, para administrar ese dinero sin rendir cuentas a nadie, en detrimento de la salud.

Como resultado de su indolencia e indiferencia, López Aguilera sufrió en carne propia el justo reclamo e indignación de los ciudadanos cuando en una ocasión salía del Hospital del Niño después de visitar a un hijo de una sobrina.

Con Adán Augusto inició recuperación del sector salud

Cuando Adán Augusto López Hernández asumió la gobernatura encontró un sistema de salud desecho e inoperante, por lo que había que actuar de inmediato para evitar su inminente colapso en los primeros días de enero de 2019. La primera medida fue nombrar a Silvia Guillermina Roldán Fernández como secretaria de Salud, una profesional muy competente y comprometida con la salud de los tabasqueños, cuya designación fue aprobada y celebrada por el gremio médico tabasqueño.

Roldán Fernández llegó a poner orden en Salud luego de doce años de caos administrativo y operativo en la dependencia. Su diagnóstico fue implacable: se politizó la institución y todo se hizo mal.

“Esta parte perjudicó mucho porque dejamos la parte técnica; en la última administración el gran problema es que no se respetó nada, los jefes de jurisdicción no eran bien vistos y pusieron gente que no tenía ninguna idea de la Secretaría de Salud, ni de la salud pública del estado”, declaró ya en el cargo.

El personal médico que actualmente labora en el sector salud de Tabasco cubre el perfil, la preparación y experiencia profesional requerida para atender los requerimientos que en la materia demandan los tabasqueños. El trato que se brinda a la población es de primera, de calidad. 

Otra de las medidas puestas en marcha fue la de garantizar el abasto y suministro de medicinas, insumos y equipo médico, que era una exigencia, un grito desesperado tanto del personal médico como de familiares de los enfermos.

Por citar un ejemplo, la Secretaría de Salud de Tabasco invirtió en junio 50 millones de pesos en la adquisición de medicamentos, material de curación e insumos, que fueron distribuidos en las 17 jurisdicciones sanitarias del estado las que se encargaron de, a su vez, distribuirlas a centros de salud y hospitales de los municipios.

Se actuó en todos los frentes. Nada se dejó al azar. El mantenimiento a la infraestructura hospitalaria no fue la excepción, sobre todo el Hospital Rovirosa que tiene una antigüedad de 40 años. 

El equipo médico existente igual recibió mantenimiento y se adquirieron nuevos para equipar mejor a los nosocomios de la entidad. El Laboratorio de Salud Pública del Estado cuenta con equipo de primera calidad, como el de biología molecular, que no lo tienen ni los mejores hospitales del país. 

En suma, el gobierno de Adán Augusto ha invertido de enero de 2019 hasta la fecha seis mil 872 millones de pesos con lo que se recuperó el sector salud del estado y el suministro de medicamentos, lo que ha permitido mantener un abasto de cuando menos el 70 por ciento.

Preparados para la emergencia

Si todo lo anterior no se hubiera hecho, el sector salud no estaría en condiciones de afrontar la emergencia sanitaria, como lo está haciendo actualmente.

Se logró en tiempo y forma la reconversión hospitalaria para atender los casos de coronavirus que requieren atención médica urgente. Los hospitales Juan Graham y de la Mujer están atendiendo a pacientes contagiados con coronavirus.

El personal médico trabaja con el equipo de protección especializado que se requiere en estos casos. Se cuenta con 220 respiradores que se han distribuido en las 17 jurisdicciones sanitarias del estado.

Se han adquirido diez mil mascarillas y muchos otros insumos que se requieren, así como 34 cápsulas aislantes que se utilizan para traslado de contagiados y evitar con ello que se contamine el personal médico y las ambulancias.

López Hernández declaró que en la preservación de la salud de los tabasqueños no se escatimará ni tiempo ni recursos. Se invertirá todo el dinero que se requiera para lograr salvar la vida de los tabasqueños.

Las medidas tomadas por la administración estatal cuentan con el respaldo del 78 por ciento de los tabasqueños, según dijo el propio mandatario en una reciente entrevista con un medio radiofónico.

Confío en que el estado saldrá adelante porque está acostumbrado a afrontar contingencias, por lo que ni una pandemia ni una crisis económica detendrán su marcha, sobre todo porque se cuenta con un sector salud fortalecido, capacitado y comprometido para dar la batalla al coronavirus.