Tacotalpa.- La comunidad de La Cumbre, es un pueblo de origen Cho´l, enclavado en lo alto de la sierra tacotalpense, donde las historias de los ancianos buscan preservar tradiciones ante la renuencia de los más jóvenes que en mayor o menor medida se dejan seducir por las tendencias de la moda y las ciudades.
Uno de los relatos de este pueblo indígena trata de un joven que al morir su señor padre decidió irse a vivir a la ciudad, olvidando con el tiempo las creencias y costumbres que le habían inculcado desde pequeño. Más un día decidió visitar a su madre que lo recibió en su humilde hogar con mucha alegría pensando que regresaba a pasar el día de Todos los Santos y de Fieles Difuntos y que la ayudaría con los preparativos de la tradición familiar.
El hijo, ya con una actitud más superficial, le dijo a su madre que esas creencias eran “puros cuentos” y que no creía que los muertos regresaran a convivir con sus familiares vivos; lo que desilusionó a su madre que se limitó a continuar ella sola con los preparativos de elaborar el altar y poner los alimentos que podía preparar con devoción, colocándolos en un plato de barro que ellos llamaban “sets’”.
Misterioso lagarto dorado surge de las aguas de laguna
Al llegar la fecha, el joven incrédulo decidió averiguar si en verdad las almas de los difuntos regresaban y se subió al tapanco de la vivienda, permaneciendo allí hasta la media noche en que comenzó a escuchar algunas voces de personas y murmullos, apreciando con sorpresa que comenzaban a abrirse las puertas de madera de un seco estruendo, agolpadas.
Pasmado por la escena, el joven vio entrar lentamente a la figura de su señor padre y detrás de él a varios familiares fallecidos, quienes se acercaron al altar que había puesto su madre en su honor, y como comenzaban comer los alimentos y a tomarse los vasos de aguardiente, en lo que parecía un momento de feliz convivio de las almas hasta saciarse y voltear hasta la puerta para continuar su fantasmal peregrinar, tras un nuevo azote de puertas.
El joven permaneció en silencio sobre el tapanco hasta recuperar el aliento, al salir el sol decidió ir a los cerros en busca de guayas y frutas del campo y de temporada como calabaza, naranja y flores de cempoal para ayudar a su madre y seguir adornando el altar de muertos.