Al disertar la conferencia “Compás Creativo: dimensiones de Economía Creativa digital”, en el marco de la Primera Semana Digital de la Economía Creativa en Tabasco, la experta Zabel Revuelta Pineda destacó el potencial de esta industria, y advirtió que esta actividad está creciendo a niveles que están por encima de la economía nacional en su conjunto.
Informó que de acuerdo con el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) del INEGI, en la actualidad existen más de 91 mil empresas englobadas dentro de la economía creativa, que abarca desde la música y las artes interpretativas, la publicidad y el marketing, editorial y arquitectura, hasta el cine, radio y televisión, el software, librerías y museos, artesanías y diseño.
Politóloga por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y coordinadora del Programa de Economía Creativa Digital del Centro de Cultura Digital (CCD), Revuelta Pineda subrayó que solamente en Tabasco la economía creativa ha registrado un repunte de 5.18%, lo que implica la existencia de 1 mil 222 empresas que emplean a 11 mil 464 trabajadores.
Explicó que a nivel país, de las unidades económicas registradas en el DENUE, el 1.7% corresponden a empresas de la industria creativa, que en conjunto brindan empleo a 725 mil mexicanos.
Al retomar el caso de Tabasco, precisó que en la actualidad hay registradas 347 unidades económicas y/o empresas que ofrecen servicios de música y artes interpretativas; 297 editoriales; 199 empresas de publicidad y marketing; 129 de arquitectura; 52 cine, radio y televisión; 39 de software; 119 librerías y museos; 10 de artesanías, y 30 de diseño.
En ese sentido, remarcó que en esta entidad “hay más unidades económicas que se dedican a temas de arquitectura, editorial, y bibliotecas y museos en comparación con el promedio nacional”.
Durante el espacio de diálogo y entendimiento colectivo, transmitido por la plataforma Facebook Live, Zabel Revuelta aseveró que ahora que el mundo vive una época marcada por la pandemia, la revolución digital está cambiando los paradigmas no sólo en los procesos de comunicación, sino también en la forma de hacer negocios.
Explicó que, de acuerdo con la UNESCO, la economía creativa involucra a todos aquellos sectores de la actividad económica organizada que tienen como objeto principal la producción, distribución, promoción, difusión o comercialización de bienes, servicios y actividades que tengan contenidos culturales, artísticos y/o patrimoniales.
“Las industrias culturales y creativas engloban a sectores tradicionales culturales como las artes escénicas, la música, las artesanías, pero como es una definición en constante expansión, ahora se incorporan sectores emergentes y sectores creativos como la realidad virtual, la realidad aumentada, el software, los videos juegos y el diseño textil, sonoro, de servicios, entre otros”, externó.
‘Reinventa nuestras identidades’
La politóloga enfatizó que esta industria se ha posicionado como un sector productivo y estratégico en sí mismo y también para el resto de la economía, ya que genera una importante productividad y derrama económica que, según contabiliza el INEGI en su cuenta satélite de cultura 2019, genera alrededor del 3.2% del PIB del país.
También, abundó, genera un importante impacto social y derramas culturales, reconstruye el tejido social, restablece canales para comunicarnos, entendernos y reconocernos colectivamente, y construye y reinventa nuestras identidades.
Visualizó en ese sentido la función del Centro de Cultura Digital, que se dedica a la producción, formación, comunicación y reflexión sobre nuevas manifestaciones culturales, sociales y económicas, que surgen a partir del uso cotidiano de la tecnología digital.
Zabel Revuelta explicó que el Programa de Economía Creativa Digital busca provocar la adopción consciente de herramientas digitales que fomenten el intercambio de conocimiento, la lectura crítica, la autogestión, la producción de contenidos de calidad y la creación de redes.
De lo que se trata es de generar un modelo alternativo que no se enfoque en el recurso tecnológico sino en su uso como generador de valor, y al mismo tiempo incida en la creación de ambientes digitales sanos, interactivos y útiles, que brinden a la comunidad la capacidad de potenciar las competencias individuales a través del desarrollo colectivo.
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