Sin darnos cuenta, ayer se cumplió el primer mes de la contingencia sanitaria que nos envió a todos a casa, medidas que fueron adoptadas para evitar la propagación del virus denominado COVID-19 y así evitar muertes que van en aumento.
Esto ha llevado en lo personal a tener mayores medidas de seguridad y de aseo personal; por lo menos nos lavamos más constantemente las manos.
Además, las plazas, parques y lugares muy concurridos por las familias, se encuentran actualmente desolados. La policía cuida que no sean puntos de concentración y mucho menos que cumplan con la función que fueron creados, es decir, de esparcimiento, porque hoy en día, lo primordial es la salud.
Por las calles se puede apreciar al ciudadano consciente que ya porta cubre bocas al caminar o ir en transporte público, o al ciudadano que ya no busca descansar en las bancas del parque y bajo un árbol para sofocar los rayos de sol que yacen sobre sus hombros, la prisa de llegar a su casa es más fuerte.
La vida ha dado un cambio radical; las familias están enclaustradas entre cuatro paredes. Este es el reto que nos tocó vivir, que se puede alargar a causa de unos cuantos desobedientes.
La orden fue directa: “Quédate en casa”. Ahora, esperaremos otro mes para ver los resultados de la contención del coronavirus, para así volver a nuestros hábitos normales.
El poder regresar a la escuela o trabajo y convivir con tus amigos y compañeros o ir a los parques a divertirte o entrenarte.
Aquellos lugares donde el mayor tiempo posibles vives plenamente a lado de quienes hoy extrañas y volverás nuevamente a tenerlos cerca.