Cargando en su espalda una mochila ya deshilachada, donde sostiene una cruz hecha con palos de escoba, Willian Rangel Velázquez pide que le compren sus “chicles” para poder así llevar alimento a su familia.
“Mi verdadera cruz es este pequeño de diez años de edad a quien no puedo perderlo de vista ni un solo momento, ya que es especial en todo el sentido de la palabra” señaló.
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Esta es la historia de una familia veracruzana quienes se quedaron atrapados en Tabasco a causa de la pandemia y que tiene que pedir limosna para alimentar a su hijo con síndrome de dowm.
“En las mañanas salgo a vendes dulces y chicles; mientras mi esposa lava ajeno; yo le ayudó pero es muy difícil el salir a trabajar con un niño especial” relato.