El poeta Paul Valéry dijo a propósito de las utopías que no se puede gobernar con la pura acción política, hacen falta, fuerzas ficticias que están en el sistema cultural. Por cultura entendemos aquí la combinación de lo político, la educación, y las prácticas creativas.
El político, escritor y gobernador tabasqueño Enrique González Pedrero lo entendió así y durante la administración de gobierno en Tabasco (1983-1987) se adelantó a tal grado que se puede decir que estableció un “laboratorio cultural” dentro del Sureste mexicano, donde montó un ejercicio de lo que llamaría muchos años después frente al pelotón de la opinión pública, “una soberanía de la imaginación”; un fenómeno de larga duración que pasaba por la institucionalización al mismo tiempo que la rebasaba. En esa especie de ideario retroactivo que es su libro “Puntos de referencia”, el maestro ilustra cómo en lo cultural, una acción social detona un fenómeno histórico de larga duración, de la siguiente manera:
Es el mismo principio que utiliza para el desarrollo de la práctica artística en las comunidades originarias. No los visibiliza, los hace protagonistas de su propio imaginario. Los dota de prácticas de lenguajes creativos para resistir, para una construcción de igualdad política desde la imaginación, entendida como la propone R. H. Moreno Durán en su libro “De la barbarie a la imaginación”: “un ejercicio crítico, un modo de captar una realidad propia, la esencia misma de la realidad-evidente” y transformarla.
Cuando fallece Enrique González Pedrero, en Tabasco se destacaron muchos logros de su administración pero se dejaron de lado algunos aspectos como la aplicación de su pensamiento político en el ámbito de lo cultural.
A principio de los años ochenta la administración de lo cultural recaía en la Dirección de Cultura de la Secretaría de Educación, Cultura y Recreación (SECUR) que dejó el gobierno del ingeniero Leandro Rovirosa Wade, otra figura importante para la historia de la cultura contemporánea en Tabasco que también aportó a la infraestructura de la vida cultural contemporánea.
En el Museo Regional de Antropología, el Centro de Investigación de la Cultura Olmeca y Maya (CICOM), la Casa de Artes José Gorostiza y el Teatro del Estado Esperanza Iris, a la orilla izquierda del río Grijalva en lo que hoy conocemos como la zona cultural CICOM, también se establece una dirección editorial con sus propios talleres.
En la nueva sección urbana de la ciudad se estrena el Planetario Tabasco 2000, y se mantiene vigente el Parque Tabasco donde se realiza la máxima fiesta popular del estado: la Exposición Regional Tabasqueña, donde se resumía el patrimonio intangible. Fueron sin duda los primeros pasos, pero no existía como tal una visión global de una política cultural ni una agenda.