Tacotalpa.- El fervor y arraigada tradición ancestral de los choles del poblado Puxcatán, en Tacotalpa, se mostró en todo su esplendor en la peregrinación de mayordomos, pobladores e invitados participaron en cada ceremonia religiosa y rito, desde antes de la salida del sol con la “Recomendación de la Vela” en el interior de la ermita de María Auxiliadora, con la parsimonia de tambores y flautas.
Con la claridad que el astro rey brinda a todo el poblado, los mayordomos tomaron sus banderas de colores y caminaron en círculos alrededor de la cruz de este templo católico, encaminándose a la salida del poblado en una columna encabezada por la música de flauta que uno de los mayores iba entonando junto a los tamborileros, en un recorrido aproximado de 4 km, por veredas, potreros, arroyos y verdes valles hasta llegar a los pies del cerro de San Felipe, donde las velas, el aguardiente y las oraciones a los pies de manantiales naturales dirigidos a los a los elementos de la madre naturaleza y al “Tata Rayo” para el bienestar y providencia de toda la comunidad.
Los mayordomos, personas de gran experiencia y con la encomienda moral y convenida de preservar y transmitir estas tradiciones, dirigieron cada ritual en cada punto del trayecto, dando paso al último recorrido cuesta arriba, entre senderos indefinidos, rocas y vegetación, para llegar así al umbral de las grutas de San Felipe o “Puyil”, considerado como un lugar sagrado donde fueron hallados restos óseos de origen maya pertenecientes al periodo Clásico Tardío y materiales arqueológicos como posibles ofrendas mortuorias, que datan de entre los años 8000 a 2500 a. C.
Antes de entrar a la “Cueva de los Ancestros”, de rodillas entre las rocas continúan las plegarias y las veladoras encendidas para pedir permiso a los guardianes de la caverna, como todo lugar sagrado al que los choles ingresan con respeto desde hace muchos años, para postarse nuevamente ante altares rocosos en un contraste de oscuridad y destellos amarillos de las pequeñas llamas que abren paso a la estancia y nuevas oraciones de los mayordomos.
Al finalizar la ultima ceremonia ancestral, los mayordomos, pobladores y participantes descienden a los pies del cerro donde el resto de habitantes aguarda con la alegría de haber cumplido con el máximo creador del universo y la madre tierra, junto a sus elementos, compartiendo el pozol, aguardiente y alimentos que les da el campo, con música y hermandad, con la confianza de que sus plegarias traerán bienestar al poblado Puxcatán.
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