La leyenda o mito cuenta que, en el campo santo de la cabecera municipal, en plena pandemia por el Covid-19, de entre las tumbas aparece el Charro Negro que ha espantado a más de uno de las personas que se atreven a caminar por el campo santo al filo de la media noche.
El encargado del cementerio, Carmen Hernández narró a Diario Presente y al Sol del Sureste, que quienes lo han visto “El Charro Negro, es un hombre robusto, alto, moreno claro y siempre viste como charro.
Trae un sombrero de esos redondos de dos pedradas y en sus botas tintinean sendas espuelas de plata que refulgían con la luz del sol”.
Dijo que la gente que ha sido espantada acostumbran caminar por la orilla del campo santo, lo han visto salir de entre las bóvedas del mausoleo, escuchan cantar a capela y hace resonar su látigo sobre el pavimento, algunos murmuran que estaba loco y disimulan sus risas no fuera que los descubrieran y entonces sí, se las vieran con un loco furioso”.
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Cuentan la gente que “primero ven un pequeño bulto que toma forma según se acerca, Era un canasto que dejaba asomar unas cobijas. El palomo, que así se llamaba el noble animal, comienza a temblar y a corcovear un poco, luego, luego el charro avanza montando al animal negro como la noche, desciende de su bruto, lo ata a un árbol cercano y avanza los pocos metros”.
El encargado del campo santo, ubicado en las afuera de la ciudad, agregó que a muchas personas hombres y mujeres de todas las edades ha asustado el charro negro montando un corcel como la noche, que tiene pavor transitar por el inmueble a la media noche.
Aunque agregó que también hay ciudadanos incrédulos que aseguran que esto es una leyenda urbana y que los que verdaderamente espantan son los vivos no los muertos.