Enclavado en la zona montañosa del centro integrador Oxolotán, limitando con el norte de Chiapas, se asienta el ejido Cuitláhuac, localidad Chol antiquísima de este municipio donde cada año los ancianos y resto del pueblo celebran a la Virgen de la Candelaria.
Erigido por los primeros pobladores a base de piedra de río, de cerro, ladrillos de barro y argamasa, se encuentra el templo de San Mateo, donde los fieles indígenas católicos realizan sus celebraciones a la Virgen de la Candelaria, para este tradicional evento reciben al menos a doce localidades provenientes del norte de Chiapas como Sabanilla, Ramos, Huitiupan, Buen Paso, San Juan, Agua Escondida y Moyos, así como de Tacotalpa: Oxolotán, Madero, Buena Vista y demás comunidades aledañas.
El motivo de invitar a doce comunidades es recibir a doce imágenes o santos patronos que son llamados ‘Convidados’ a la fiesta de la Virgen del Carmen, siendo recibidos con cohetes y música de tambores y flautas en las entradas del pueblo, dependiendo de donde provengan, haciendo una procesión con los ancianos por las calles de Cuitlahuac hasta llegar al templo de San Mateo donde los espera la virgen en el centro para la salutación que consiste en la inclinación de los santos de frente.
Después del saludo de los santos patronos, los Convidados son colocados en el altar del templo para continuar con la recepción de los restantes, mientras que los fieles católicos que provienen de cada comunidad se quedan a la celebración de la Santa Misa o Rosario, según el horario, y son agasajados con los platillos que la feligresía ha preparado para esta ocasión.
Los ancianos son quienes mantienen vivas estas celebraciones pues ellos mismos permanecen en el templo preparando las liturgias, recepción de invitados, cohetes, la música de viento, los alimentos y las peregrinaciones, pues los más jóvenes poco participan de manera directa, pero si salen a las calles cuando los cohetes y la música de tambores anuncia el arribo de algún santo convidado, antecedido por sahumerios y banderas rojas.
Una verdadera festividad religiosa que los indígenas choles de Cuitláhuac se niegan a perder, pues está es la primera celebración importante del año, ya que para el mes de septiembre también, de manera muy similar, se celebra a San Mateo, convergiendo todas las comunidades aledañas tanto de Chiapas como de Tabasco, en mañanas y tardes donde los ancianos hacen repicar las campanas para que todo el pueblo sepa que están de fiesta.