Durante el primer debate presidencial, los cinco candidatos tuvieron altibajos en ámbitos de imagen y comunicación no verbal. Mientras alguno lucía impecable en el aspecto, mostraba inseguridad en los gestos; otro lucía desaliñado y hubo quien comenzó muy bien, pero terminó entre descuidos.
Éstas son algunas de las conclusiones de Claudia Merino, asesora de imagen, quien analizó el comportamiento estético de los aspirantes a la Presidencia.
Margarita Zavala
La candidata independiente vistió un traje sastre de pantalón en azul marino, una elección que Claudia considera que pudo ser "por empatía", para homologarse con el resto de los candidatos hombres, a pesar de que "la prenda de mayor poder en una mujer es la falda".
La elección del color obedece a que ese tono de azul "proyecta autoridad y decisión". Eligió un par de aretes grandes que favorecieron la atención a su punto focal, el rostro, pero "su maquillaje estaba un poco fuerte para ella".
Margarita —considera Claudia— se ha caracterizado "por ser una mujer sencilla y carismática", su arreglo personal "fue sobrio", aunque su lenguaje corporal se transformó con el transcurrir de los minutos.
"Al principio se veía segura, incluso sonriente" y utilizó sus manos para denotar poder: "las movía con los puños cerrados, pero con el dedo pulgar hacia arriba", un recurso que, en opinión de la asesora de imagen, fue utilizado con demasiada frecuencia y se convirtió en un distractor.
Cuando Azucena Uresti le hizo una pregunta sobre los matrimonios entre personas del mismo sexo, "su lenguaje corporal la delató en ciertos momentos" en que lucía nerviosa y "con la sonrisa congelada". Este agobio se hizo más notorio "cuando se empezó a tocar el pelo y terminó completamente despeinada"
José Antonio Meade
El candidato de la coalición Todos por México vistió un traje negro, camisa blanca y corbata rojo oscuro. Su elección fue la que más llamó la atención de Claudia, porque "es una vestimenta de autoridad".
"Se veía impecable a simple vista", pero cometió un gran error: "tuvo una pluma de plástico en la mano durante todo el debate". A este gesto Claudia lo llama 'hacer uso de un pacificador', algo que —explica— "alguien necesita tener para sentirse seguro".
Meade proyecta una imagen tranquila, pero "mantuvo una manera de expresión muy plana, no había emoción, empatía, conexión con el público", explica la asesora. Al final hizo movimientos sólo con una mano, y para Claudia es importante "siempre mostrar las dos manos".
Ricardo Anaya
Con un traje y una corbata unificados en un tono medianoche —entre negro y azul—, el candidato de la coalición Por México al Frente "proyectó una imagensobria y elegante". De manera coherente, explica Claudia, tiene una "muy buena comunicación verbal".
Su inconveniente es el corte de cabello. "Si bien es una persona muy inteligente, con un tono de voz firme, no es conveniente tener el cabello tan corto", porque "le resta personalidad y es incongruente con el resto de su imagen".
La propuesta de la asesora es dejarle crecer un poco el cabello. "Hay que saber qué tipo de cabello tiene para proponerle un corte".
Este factor "proyecta poca credibilidad" y para aspirar al mayor puesto político del país "hay que proyectar congruencia entre verse y sentirse bien, [...] hay que cuidar mucho los detalles".
Andrés Manuel López Obrador
Claudia Merino tiene la impresión de que durante todo su trayecto como aspirante presidencial, la imagen ha sido un tema que al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia le ha importado poco. En el debate vistió un debate negro con camisa blanca y corbata roja, "pero su nudo no estaba bien hecho".
"Yo siempre recomiendo a mis clientes que, si van a usar corbata, se aseguren de que está bien hecho el nudo. La corbata está cerca de la cara, por lo tanto la vas a estar viendo todo el tiempo", explica.
Al igual que Meade, AMLO eligió una "vestimenta de poder —negro, blanco y rojo—, pero el traje se le veía un poco grande y la manga larga". Su cabello es un arma de doble filo. Por un lado, las canas sugieren experiencia y dan una buena impresión (Claudia siempre recomienda a sus clientes no pintarse el pelo), pero "debería actualizar su corte".
En distintos momentos adoptó posturas que proyectan poca apertura: brazos cruzados, manos detrás del cuerpo, ceño fruncido, labios apretados. "Ese tipo de detalles comunican que no está de acuerdo con nadie".
Claudia Merino recomienda que el morenista cuide su lenguaje no verbal, porque —asegura— "93 por ciento de nuestra imagen es no verbal y sólo 7 por ciento recae en las palabras".
Jaime Rodríguez "El Bronco"
El diferenciador del otro candidato independiente fue su corbata de color violeta, una tonalidad que "inspira confianza y accesibilidad, pero no comunica autoridad".
No le favoreció la exposición a cámara, pues "le brillaba demasiado la cara y llamaba demasiado la atención" hasta ser un distractor. Del mismo modo que José Antonio Meade, ' El Bronco' utilizó un pacificador durante buena parte del evento, pero lo soltó hacia el final.
En la misma mano traía colgando unas pulseras que, en opinión de la especialista, fungieron como distractores y son poco recomendables en este tipo de situaciones.
En general, Rodríguez lució serio y poco empático. "De repente le falló un poco la cortesía", cuenta Claudia. "Este tipo de situaciones son las que debe cuidar alguien que aspira a ser presidente. Su imagen pacífica se rompió con ese tipo de comentarios".