Se atribuye a Maquiavelo el aserto de que el éxito en la política requiere de una pertinente combinación de virtud y fortuna; esto es de inteligencia y suerte. Es muy cierto, pero también aplica para las naciones que necesitan ser inteligentemente dirigidas, lo que ya implica una dosis de suerte, y de un acomodo favorable de las circunstancias, afortunado diría yo.
Respecto de lo último, es indudable que la fortuna ha sido muy mezquina con el país. Nos pegó la pandemia del coronavirus en el segundo año del gobierno con el agravante de la pobreza de un amplio sector de la población; luego vino la crisis mundial generada por la guerra entre Rusia y Ucrania con devastadores efectos inflacionarios en todas las economías del mundo. Por último. la naturaleza nos juega la mala pasada del huracán Otis en Acapulco y Coyuca, de consecuencias terribles. Para cualquier gobierno la mala fortuna sería argumento suficiente para justificar su mediocridad.
El pequeño cachito de suerte que nos tocó fue la decisión popular de llevar a la presidencia a un hombre honesto y suficientemente capaz; ni siquiera una lumbrera del otro mundo; simplemente honesto y entregado a su tarea de servir a su pueblo. Y, así, ha resultado sumamente afortunado. El mejor sexenio presidencial en muchos años.
Lo más reciente. La crisis diplomática con el gobierno de Ecuador resultó ser una carambola de varias bandas que colocó a México y a su Presidente López Obrador, en la cima del prestigio internacional y en el culmen de su popularidad dentro y fuera de México. Acepto la asimetría entre las partes: un junior hijo de papá rico (el mayor de su país) contra un viejo colmilludo y redomado político acompañado, además, por su prestigiada secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, y un excelente servicio diplomático de carrera. Patriotas todas y todos.
Jorge Glas se llama el sujeto central del conflicto, fue vicepresidente con Rafael Correa y luego con el traidor Lenin Moreno; en este último cargo fue acusado de corrupción y renunció al fuero constitucional para defenderse a mano limpia contra la fiscalía acusadora, mientras que varios de sus compañeros perseguidos se asilaron en la embajada mexicana. La virulencia de la traición de Moreno logró encarcelarlo durante cinco años y liberado por la intervención de la ONU. Glas no perdió un ápice de su prestigio el cual recrudeció la persecución en su contra por los expresidentes Moreno y Lasso, así como por el actual Novoa. Le aplican nuevos delitos mediante los más desaseados procesos y optó por refugiarse en la embajada mexicana.
De acuerdo a la legislación internacional aplicable, la nación asilante es la que determina el carácter de perseguido político o de reo por delitos comunes. Nuestra embajada dictaminó en el sentido de que Jorge Glas es perseguido político, razón por la que le concede el asilo y solicita el salvoconducto para sacarlo de Ecuador.
Previamente, en una mañanera reciente y en respuesta a una reportera respecto de la violencia en la campaña electoral, el Presidente dijo que la violencia obedece a objetivos políticos, mencionando el asesinato de Colosio y otros, entre ellos, el de un candidato asesinado en las elecciones ecuatorianas en noviembre pasado que, al ser mediáticamente manipulado, restó votos a la candidata que las encuestas daban por ganadora. La mención fue suficiente para que el tal Novoa declarara a la embajadora de México como "persona non grata" y dándole 72 horas para salir del país, sin tomar en cuenta el cariño y el respeto ganado por su trabajo y por ser viuda de Bolívar Echeverría, poeta, intelectual y activista de izquierda muy respetado en Ecuador. El Gobierno de México respondió con dignidad pero advirtiendo que no tomaría represalias.
En eso se andaba cuando, de manera inopinada, se dio el asalto a la sede de la embajada mexicana y el secuestro violento de Jorge Gras. Lo cual llevó a México al rompimiento de las relaciones y a la demanda contra el de Ecuador ante la ONU y la Corte Internacional de Justicia, así como ante la CELAC. Por lo pronto ayer se manifestó la Asamblea de Representantes de la OEA por mayoría de 29 votos para exigir al gobierno ecuatoriano regresar las cosas al estado que guardaban antes de la defenestración de la embajadora, incluido el retorno de Jorge Glas a la embajada. Casi todo el mundo se ha manifestado en repudio a la artera acción de gobierno de Ecuador y a favor de México.
Pero lo más importante es que el pueblo ecuatoriano está repudiando a su presidente (nacido y educado en Miami) y reagrupándose en torno al correísmo.
Ojalá que la exhibición de incapacidad de su presidente el pueblo ecuatoriano decida regresar al redil progresista.
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