Una recua de titiriteros contra la reconciliación

Que toda jerarquía es ilegítima hasta que no demuestre lo contrario

No pretendo defender a quien no necesita defensa alguna, pero si considero necesario constatar algunas actitudes de unos cuantos personajes que se dedican, sin recato alguno, a intentar destruir la convivencia como táctica y estrategia para obtener un “modus vivendi” ilegitimo, que tiene como único objetivo el de seguir reptando como serpientes sin aportar nada a la sociedad de la que se han beneficiado durante toda su vida. Hablo de ese pequeño grupo que se se predentan como periodistas o analistas, y que se dedica a vilipendiar, justificando su clara intención de chantaje, en busca de dinero privilegios y en algunos casos, no pocos, riqueza evidentemente mal habida. Destrozando a los que ejercemos la profesión honestamente, estos malabaristas se dedican a destrozar honras e incluso familias y hacen afirmaciones temerarias sobre la conducta de los cargos electos por el voto popular que manejan presupuesto y algunos proponen tomarse la justicia por su mano, ya que la Justicia con mayúscula está dejada de la mano de Dios. Creo, como Chomsky, que toda autoridad tiene que justificarse. Que toda jerarquía es ilegítima hasta que no demuestre lo contrario y en el caso de nuestro gobernador, Adán Augusto López Hernández, tenemos un buen ejemplo de perseverante y buena política en defensa de su ideología, por la que siempre ha dado algo más que su proselitismo. El mandatario ha proporcionado en innumerables ocasiones ejemplos de honestidad y convicción de luchar por el bien común como para que ahora una recua de titiriteros pretenda dañar su fama. En Tabasco la concentración aguda de riqueza en manos privadas ha venido acompañada de una pérdida del poder de la población general. Antes de la llegada de AALH a la gubernatura la gente se percibía menos representada y llevaba una vida precaria con trabajos cada vez peores. El resultado fue una mezcla de enfado, miedo y escapismo. El descrédito de las instituciones era total. Ese pequeño grupo aprendió el camino del chantaje desde hace décadas y ahora quieren seguir la misma senda solo que el actual mandatario tiene una fortaleza moral de tal magnitud que, aunque se quiera que los beneficios de la duda no rijan para él, esa pretensión se revuelve contra el difamador. Nadie como López Hernández comenzó su mandato con la propuesta de reconciliar a los tabasqueños y de activar la economía del estado para beneficio de todos y no de unos cuantos. Y está funcionando. Por eso los chalanes de los tenebrosos tratan a toda costa que el noble pueblo, que pierde buena parte de su nobleza cuando se convierte en turba, se manifieste estrepitosamente. Adán Augusto tiene algo más de tres años para dejar de gobernar a Tabasco e imprimir su huella y sabe que los seres humanos, en general, duramos poco. Sea por unas cosas o por otras -la guerra, el hambre- el caso es que damos muy mal resultado y hay que renovarnos al poco tiempo. Casi no nos acostumbramos a ser contemporáneos. Todo es visto y no visto. El gobernador actúa teniendo en cuenta que siempre hay cosas nuevas bajo el sol, pero si queremos verlas es preciso cambiar de mirada. No es fácil, pero estas condiciones planetarias de pandemia ayudan a intentarlo. Sin necesidad de leer a Schopenhauer, el arte de buen vivir, que no hay que confundir con el arte de vivir bien, es esencialmente el arte de sobrevivir en un mundo hostil.