La tragedia de la vil masacre en la Franja de Gaza, por la que el estado de Israel busca exterminar a la población palestina no es más que otro botón de muestra de lo que sucede con el mundo entero. Una franca decadencia de la humanidad cuando los avances de la ciencia podrían significar una avanzada en el perfeccionamiento del ser humano. No hay tal; por el contrario: el mayor avance científico se registra en mayor poderío de algunos y mayor debilidad de la mayoría. No se perfecciona el acceso a la felicidad, sino que se allana el camino a la miseria, el hambre y la muerte. Es una dramática paradoja.
Se cumplen dos años de la guerra en Ucrania. Ahí han muerto millares de seres humanos, sea por las armas o por los desplazamientos de poblaciones enteras; se han dilapidado miles de millones de dólares en armas útiles sólo para matar, cuando bien pudieran financiar la vida y el bienestar de todo el planeta. Se lucha por el poder a secas, ni siquiera es una confrontación de ideologías o de maneras de entender al mundo. No, sólo el poder y los mercados.
Los Estados Unidos son la mayor potencia militar sin duda, pero su población registra más de cien mil muertes al año por sobredosis de fentanilo, cifra que dice a gritos que es una sociedad decadente. Habiendo sido el paladín de las libertades del siglo xix, devino en imperio intolerante del siglo xx y hoy contempla impávido una lucha interna devastadora por el poder entre los llamados demócratas y republicanos. El sueño americano a caído en una modorra de pesadilla. Un candidato decrépito por la edad avanzada y el otro desaforado por su riqueza fraudulenta y su convocatoria a la intolerancia conservadora.
De China y de Rusia no tengo más información de que la una es la mayor potencia económica del mundo y de la otra que compite en poderío militar con Estados Unidos. Ambas son capitalistas y cuentan con regímenes de estabilidad política. De la Unión Europea sólo cabe mencionar que sus pueblos se rebelan en protestas por la insatisfacción reinante y que, gane quien gane la guerra, ya son los más damnificados por sus pésimos gobiernos.
¿Y México? Bueno, pues no le ha ido tan mal en medio de la turbulencia y la decadencia universal. Es el primer socio comercial de Estados Unidos, sea para bien o para mal, y cuenta con un gobierno legítimo con amplio respaldo popular. La interdependencia económica con Estados Unidos, no lo ha arrastrado a sus conflictos mundiales, ni lo ha desvinculado de la heredad común latinoamericana. Su actitud de cero protagonismo externo y de vigoroso desarrollo interno lo exime de verse involucrado en la sinrazón política mundial y, no sin conflictos internos por la violencia, lleva su transformación pacífica venturosamente.
México está inmerso en el proceso electoral para definir si se continúa el proyecto transformador pacífico o se opta por su inserción en el conflicto del conservadurismo internacional. Todo indica que la primera será la opción ganadora, pero sin menospreciar el desgaste de una guerra sucia capaz de todo para imponer su manera de pensar y gobernar,
Invito a todos a que reflexionemos. Que ejerzamos a plenitud el derecho de todos a definir el país que queremos. Que aprendamos a distinguir entre la calumnia y la realidad, sin caer en la trampa de la desinformación mediática y la vulgar calumnia.
Confío en esa sabiduría popular que tanto exalta el Presidente López Obrador. Confío en que Claudia Sheimbaum continúe y profundice en la transformación. Es probable que el Humanismo Mexicano nos salve de la decadencia mundial. Amén.