Cartas del Trópico

Oposición mediática como panorama cultural: ‘objetividad’ sesgada y el ataque de los clones

Describir un panorama político y cultural no es fácil. En el afán de abarcar el bosque, algunos árboles salen desenfocados. Con esta salvedad, el panorama que a continuación se presenta busca mostrar tendencias de la oposición mediática que enfrenta AMLO y la 4T. Lo general prima esta vez, en lugar del análisis particular.

La ventaja de este planteamiento: comprender el modus operandi de información y opinión que se posiciona en la disputa narrativa por México. Esta descripción, para usar una metáfora deportiva, sitúa el terreno de juego y los elementos que se colocan ahí para funcionar como equipo, con dos objetivos: avasallar al contrario y apantallar al público. Más allá de los jugadores, importan las estrategias que pueden identificarse.     

VERIFÍQUESE DESPUÉS: EL ATAQUE ES OBJETIVO

La oposición mediática en México salta todos los días ‘en defensa de la república’, con la mira de raspar el micrófono madrugador de Palacio Nacional. Esa actividad periodística de claros tintes políticos no debería sorprender. En una democracia, las expresiones mediáticas son consecuencia de un ambiente sociocultural. En el caso de México, ese ambiente fue cocinado a fuego lento por décadas. Hay hilos del poder mediático que atraviesan sexenios.

Con el cambio de estafeta en el poder federal, varios analistas advirtieron que se presentarían casos de censura. Lo que hubo al inicio fue la cancelación gubernamental de contratos por 6 mil millones de pesos (anuales) por publicidad. Esta acción legal provocó reacciones de cobertura agresiva hacia la 4T. Ahora bien: ¿existen casos de censura gubernamental a medios críticos? Vista la agresividad mediática, desde el gobierno podría pensarse (real politik) en acciones para amedrentar. Esto si el Presidente respondiera a la imagen autoritaria que le endosan sus adversarios. No ha sido así. AMLO, que ejerce derecho de réplica, no le ha quitado una pluma al gallo de las libertades. He ahí un error grave de la oposición mediática, de cara a la opinión pública: no se puede hablar de dictadura y autoritarismo con esa libertad de palabra.

Por 80 años hubo convivencia entre los medios y el poder político y económico. ¿Cómo desaparecer esos hilos entrelazados en 4 años? La telaraña de complicidad estaba bien tejida. AMLO recuerda con frecuencia, como paralelo histórico de la 4T, “la embestida de la prensa porfirista contra el gobierno de Madero”. Ahora es “la prensa neoliberal, la que perdió privilegios, la que me ataca a troche y moche”. Más allá de los intereses económicos y políticos afectados por el cambio de políticas de comunicación gubernamental, se observa que la retaguardia del modelo neoliberal asume rostro mediático. La parcialidad política es evidente, en espacios radiofónicos y televisivos de alto rango comercial. Desde luego, los medios no presumen ese sesgo editorial. En EEUU y Europa, a esos medios se les exigiría un pronunciamiento de deslinde. Aquí, en cambio, elevan el nivel del ataque y gritan “¡al ladrón, al ladrón!”. Lo que sorprende es el aura de objetividad periodística que se pregona a la par de una actividad que, si se trata de confrontación pública, deben realizar los partidos de oposición. La oposición mediática se asume, con este tipo de decisiones editoriales, protagonista de una contienda político/partidista que no le corresponde.        

LIBROS COMO ELEFANTES FELINOS 

Van 4 años del sexenio y no se raspa la credibilidad del micro de Palacio Nacional. Por esa razón se redoblan estrategias de desprestigio con disfraz técnico. Sucede con varios libros sin matices: la descalificación de la gestión de López Obrador es global. Se enlistan casos significativos: La casa de la contradicción, ejercicio cualitativo reflexivo de Jesús Silva Herzog-Márquez; El imperio de los otros datos, ejercicio cuantitativo de Luis Estrada (Spin); El fracaso económico de la 4T, ejercicio financiero político de Macario Schettino. La ausencia de matices lleva a estos autores a la crítica sistemática del proyecto de gobierno de AMLO y la 4T, con el ingrediente del miedo. Silva Herzog-Márquez iguala retóricas de Luis Echeverría y AMLO, para agitar el fantasma del populismo; Estrada suma miles de supuestas “declaraciones inexactas” que otros comentaristas hacen circular como “mentiras y engaños”; Schettino profetiza una crisis económica de 70 años “al estilo de la Argentina de Perón”, o –mínimo- de “dos sexenios si gana la oposición en el 2024”. Es la nueva versión del “peligro para México”.                                                                                                     

¿Y EL PAÍS, APÁ?

La oposición mediática olvida que la república no es una abstracción. Se habita el mismo país, con diferencias a conciliar. Apostar por el no tajante es reciclar miedos y exageraciones que quieren ser argumentos electorales para 2023 y 2024. La oposición mediática dice que no quiere ser partidista y resulta más partidista que muchos políticos en activo.

Y otra cosa se olvida: la credibilidad periodística no se recupera a fuerza de ataques.