Muchos niños pequeños muestran especial cariño por un objeto concreto que siempre les acompaña o buscan cuando tienen sueño o están desconsolados. Se trata del "objeto de apego" u "objeto transicional".
Por lo general, el objeto transicional tiene una textura agradable que habla de la necesidad innata de las crías de apegarse a un objeto suave para sentirse protegidos. Por ello el objeto de apego suele ser blandito, como por ejemplo un peluche, una gasa, una manta, una almohada, una camiseta, etc.
Estas son las características que presenta el objeto transicional:
- El niño lo elige arbitrariamente, es decir, el objeto de apego no puede ser impuesto. Quizá nos parezca que el peluche elegido no es el más bonito ni el más llamativo que tiene, pero por alguna razón él lo ha elegido y pasará a convertirse en su preferido.
- Tiene un olor especial. Debido a su manipulación (lo muerde, babea, arrastra, lo abraza, duerme con él) ese objeto tiene un olor particular, por lo que se recomienda no lavarlo para no borrar su huella. Si tuviera que hacerse es recomendable que el niño no lo vea, pues puede resultar impactante para él ver su objeto de apego dentro de la lavadora.
- No se puede sustituir. Si el niño pierde su objeto de apego sentirá una profunda tristeza, y por mucho que nos empeñemos en buscar sustituto no lo conseguiremos. Y es que el objeto transicional no puede cambiarse por otro, a no ser que sea el propio niño quien decida sustituirlo.
- Es un compañero fiel y el niño no se separa de él. Lo lleva a la guardería, de paseo, a la cama, en el coche. Permanece siempre a la vista y al alcance del niño
Por lo general, el niño adopta su objeto transicional entre los cuatro y los seis meses y a medida que va adquiriendo control sobre la angustia por separación y comienza a mostrarse más independiente, irá dejándolo de lado. Esto suele ocurrir hacia los tres o cuatro años, aunque no hay una regla fija y son muchos los niños que continúan mostrando un especial cariño a un objeto concreto más allá de esta edad. También puede ocurrir que un determinado acontecimiento (la llegada de un hermanito, el inicio del colegio, una mudanza) haga que el niño vuelva a recurrir al objeto de apego que había dejado atrás hacía tiempo para bajar su ansiedad.
También es importante señalar que no todos los niños adoptan un objeto transicional. El proceso emocional es diferente en cada niño: para algunos, el objeto transicional es la propia madre, mientras que otros necesitan, además, aferrarse a un objeto. No hay que intentar quitárselo ni sustituirlo por otro. En cualquier caso, todas estas conductas son absolutamente normales y forman parte del correcto desarrollo psíquico del niño hasta antes de los 12 años.
(Psiquiatra/Paidopsiquiatra.)