Los jóvenes que estudian una carrera enfrentan una menor informalidad y desempleo (52%), en comparación con aquellos que solo terminaron el bachillerato (77%). Y contar con un título profesional brinda aún mayores posibilidades de conseguir un empleo formal y mayores ingresos. Aunque en las dos décadas pasadas la educación superior en México se expandió rápidamente, al pasar de una cobertura de 20% al inicio del milenio a 40% en los últimos 2 años, la eficiencia terminal en estos jóvenes es de apenas 2 de cada 3 (67%); además, hay una tasa de abandono mayor al 20%.
Esta cobertura, alumnos inscritos por cada cien personas en edad para estudiar ese nivel, es paradójica y asimétrica; pues mientras 5 estados se hallan arriba del 45%: CDMX, Sinaloa, Nuevo León, Puebla y Aguascalientes; en el otro extremo, 3 están por debajo de 22%: Chiapas, Guerrero y Oaxaca. Con el 38%, Tabasco coincide con la media nacional.
Por región, el sur-sureste presenta la menor cobertura (29%); al contrario, la CDMX reporta 98%. Asimismo, existen poco más de 5,500 Instituciones de Educación Superior (IES), públicas y privadas; pero solo 5 entidades concentran cerca de la mitad: Puebla, CDMX, Estado de México, Veracruz y Jalisco. Puebla, con el mayor número, concentra casi el 10% de toda la oferta. En cuanto al ingreso, permanencia y egreso, el sistema es muy excluyente. De cada 10 jóvenes, solo 4 irán a la universidad; de éstos, 2 terminarán la carrera y apenas 1 se titulará. Es increíble que México registre 10 puntos menos que la cobertura promedio de Latinoamérica (48%), debajo de economías menores como Chile (90%), Argentina (85%), Colombia (59%), Uruguay (56%), Costa Rica (55%) y Ecuador (46%).
Ahora bien, las IES mexicanas ofrecen varias modalidades de titulación: tesis, examen general de conocimientos, diplomados, promedio, articulo de investigación, estudios de posgrado, experiencia y residencia profesional, etc. La ANUIES reporta que las modalidades más elegidas en los últimos años son estudios de posgrado, diplomados y examen general de conocimientos, con casi 3 de cada 4 pasantes (72%). Con un trabajo recepcional como tesis, tesina o artículo, son las modalidades menos preferidas, menos de 2 de cada 10 egresados (18%).
En sentido inverso, hasta 2007 casi la mitad (45%) elegía una tesis. El pasante que desarrolla un trabajo recepcional fortalece su formación académica al conocer más de su carrera, al plantear proyectos y redactar informes, convirtiéndose en un mejor profesional. De hecho, una gran parte de los egresados, de Licenciatura y Posgrado, presentan graves deficiencias de escritura, redacción y ortografía.
El trabajo recepcional sería la última oportunidad para adquirir estas habilidades indispensables antes de ingresar al mercado laboral. Sin embargo, la gran mayoría de los jóvenes manifiesta que la elaboración de un trabajo recepcional es un proceso desgastante, eterno y tortuoso, que sería mejor evitarlo. Y es que las IES mexicanas cada vez más se ven rezagadas, rebasadas y limitadas en su equipamiento, infraestructura y personal académico, necesarios para generar conocimiento, elevar la calidad y competitividad de los egresados a través de esta valiosa modalidad de titulación.
Según la ANUIES, el Gobierno de México se ha propuesto alcanzar una cobertura del 50% en 2025 y de 60% en 2030; elevando y hasta duplicando la tasa de titulación. Con la trascendencia de los últimos gobiernos, y el actual, esta meta pareciera solo buenos deseos y dista de ser una estrategia real para elevar la competitividad del país, pues las IES públicas que atienden cerca del 70% de la cobertura nacional, crónicamente sufren recortes o estancamientos presupuestales que le impiden crecer en cobertura y calidad; asociado a la reducción o escasa apertura de nuevas plazas, así como salarios cada vez más pauperizados. Por varios años más, sin lograr aún el nivel de algunos países con economías menores, seguiremos siendo la paradoja y el contraejemplo. ( drulin@datametrika.com, Investigador Titular, UJAT.Director General, Datametrika Co.)