*Evitar que la muerte masiva se convierta en sólo una cifra
*Tiempos duros: la salida de la pandemia y los riesgos de la guerra
*Es un año que se cierra, pero también una puerta que se abre
CADA persona tiene su propio registro de lo que en este año fue más relevante para su vida, la de su comunidad, la de su entorno general. Los años 2019 y 2021 fueron tan dramáticos para la humanidad que el 2022 es visto como un respiro. De acuerdo a un balance de Naciones Unidas, entre el primero de enero de 2019 y el 31 de diciembre de 2021 un total 15 millones de personas fallecieron en el mundo a causa de la pandemia de COVID-19. Las cifras, como usted sabe, son frías y no nos indican la magnitud de la tragedia.
Tan es así, los 194 países miembros de la Organización Mundial de la Salud reportaron oficialmente 6.2 millones de decesos atribuidos directamente al virus. ¿De dónde sale el dato de las casi 15 millones de personas fallecidas? Según la OMS fueron subestimadas las muertes atribuidas directa o indirectamente a la pandemia
Un reporte de BBC News Mundo, del 5 mayo 2022 apuntó: hay decesos que no fueron notificados como vinculados directamente al SARS-CoV-2, "como aquellas (muertes) causadas por otras enfermedades que no pudieron ser atendidas debido a la sobrecarga que sufrieron los sistemas sanitarios en la etapa aguda de la pandemia". Para el 16 de diciembre de este año, ya con la aplicación de prácticamente todas las dosis de vacunas, se habían contabilizado oficialmente 6,7 millones de muertes. Nuevamente, la cifra subestima el impacto de una pandemia que debe modificar radicalmente estilos de vida y los sistemas de salud.
Hay secuelas físicas, sociales y económicas, que deberán enfrentar las comunidades. Se entiende que por "protección política" exista un regateo o maquillaje de las cifras; pero la fragilidad quedó expuesta. Otro aspecto mencionado por los estudiosos es la preocupante "normalización" de la muerte: las personas dejaron de tener nombre y se convirtieron en números.
Al cierre del 2022, le decía, hay mucho más optimismo respecto al control del COVID-19.
LA LEY DE LOS MISILES
LA VULNERABILIDAD también quedó expuesta con la ocupación de Rusia a Ucrania, así como el juego de intereses de las llamadas potencias, en especial Estados Unidos y China. Un cálculo que hace a un lado los costos humanos. Si bien es una guerra que se remonta a la adhesión de Crimea en 2014, las tensiones se mantenían desde mucho antes y fueron creciendo con la necesidad del control de territorios y recursos. Pero es también la guerra por el dominio del planeta.
Cuando Rusia inició la acción militar contra Ucrania se vaticinó erróneamente caída rápida del pequeño vecino. Ahora todo indica que Vladimir Putin debe enfrentar una larga guerra. La ONU ha verificado la muerte de más de 6 mil civiles en el lado ucraniano; las bajas militares en ambos lados se ocultan como arsenal de la batalla. Nuevamente, estamos ante el peligro de trivializar la vida; convertir a la muerte en una suma.
Dijo el economista y político Grigory Yavlinsky: "Lo que más temo es la posibilidad de un conflicto nuclear. Y, en segundo lugar, temo una guerra interminable". Una guerra prologada tendrá enormes costos para Rusia, pero también para el resto del mundo como ya lo hemos visto en el caso de los combustibles y alimentos.
Vale la pena reflexionar sobre lo expresado también por Yavlinsky: "El problema es que este sistema (el encabezado por Putin) no creó una sociedad. Hay mucha gente muy buena en Rusia. Pero no hay una sociedad civil. Por eso Rusia no puede resistir". (BBC News, Steve Rosenberg. 15 octubre 2022) Una idea que nos puede servir advertirnos sobre el riesgo de que una élite cerrada controle el poder y desplace a la sociedad.
CARESTÍA Y ALIMENTOS
ESTA GUERRA, que parece distante, toca a las puertas de todo el mundo. Crecen los riesgos de una crisis alimentaria mundial, al mismo tiempo que una espiral inflacionaria y la carencia de combustibles. Hermana gemela de un conflicto bélico es la especulación.
Las medidas para "frenar la inflación" no se hicieron esperar. La Reserva Federal estadounidense aumentó sus tipos de interés desde marzo; siguió un encarecimiento del crédito. Para las franjas mayoritarias de la población el resultado es más pobreza.
Con optimismo, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo ayer viernes un balance de los indicadores económicos y sociales de México. Reconoció que es preocupación gubernamental vigilar la inflación, que hasta noviembre era del 7.8 por ciento respecto al 2021. Para el mandatario, contra lo que señalan sus adversarios hay saldos positivos: mejoras en las cifras de empleo, un posible repunte en el crecimiento económico, la firmeza del peso frente al dólar, una inversión extranjera de suma récord y el control en los precios del combustible.
Insistió: si bien existe poco crecimiento del PIB, el objetivo el desarrollo y mejor distribución de la riqueza generada. Los resultados serán más visibles en 2023.
AL MARGEN
VIVIMOS tiempos complejos, circunstancias que escapan a nuestro control. Pero es también momento de un optimismo informado. Es tiempo también para agradecerles a los lectores y colaboradores su acompañamiento en este ciclo que concluye formalmente, pero que no es más que el puente para una nueva etapa. La vida sigue. Esta es sólo una etapa. (vmsamano@hotmail.com)