SUEÑO QUE SOY UN GATO. Un gato que habla en lugar de maullar. Que también lee y escribe. Sí. Un gato maravilla que escribe. Es un buen recurso soñar. Solo que en este caso sueño ser un gato que observa como humano. Y te miro.
SUEÑAS QUE ESTÁS en medio del mar. Y el sol a punto de salir. O en plena oscuridad. Y en ambas el silencio total. Y no sabes qué hacer. Sabes flotar y es ganancia para sobrevivir. ¿Por cuántas horas? No lo sabes. Pero al menos tienes algo de tiempo para pensar. De entrada recordar cómo es que llegaste a ese lugar. Miras lo azul aquí y allá. Un desierto es también el mar.
SUEÑO QUE NO es un mar. Que es un río. Un ancho río y con una corriente calma. De esas que invitan a nadar. Peor: no sabes nadar. Estoy sujeto a una tabla que te salva mientras tanto. Y no se la corriente a dónde me pueda llevar. Pero estoy allí. Miro el follaje en ambas orillas con sus variados verdes. ¿Cómo fue que se me dio esa situación? Pienso y me llega la idea que es un sueño. Así que hasta pudiera ahogarme, me digo. Y tan simple salir de ese sueño con el simple despertar.
SUEÑAS. SE VALE SOÑAR. Que vas dentro de un avión, y que el capitán ha avisado que ha perdido el control de él, que les quedan apenas unos cinco minutos. Que hay que tomar decisiones, y con estas, el salvavidas y paracaídas y lanzarse para procurar salvarse. Y buscas el salvavidas en el sueño, y no lo encuentras, porque no está donde debe de estar. Apenas son cinco pasajeros y la tripulación. Los demás ya tienen el equipo y están listos para el salto. Y tú no. Sea un sueño, te dices. Y que venga el despertar. Y no.
TODO ESO SE ME OCURRE con la imagen del soñar, y la relaciono con el nacer. Si de pronto tuviéramos la claridad en el recuerdo de tener conciencia al momento de nacer. Y vernos allí, en un cuarto de hospital, o en un colectivo maternal, o en la cama asistida nuestra madre por una partera. Ya en brazos de alguien que asistió o ya en brazos de mamá. Y sentir que estamos fuera de nuestro estado de confort. Suponiendo que los nueve meses en el vientre materno son el confort, de donde uno no quiere salir. Y salimos. ¿Cómo hemos llegado hasta allí? Aquí andamos aún.
SIGUIENDO EL JUEGO, soñemos que somos hombres primitivos. Sea la edad de la plena juventud. Con todas las fuerzas que corresponden a la especie. Incluidas las fuerzas del instinto, que son las que nos salvan y sostienen. Y que ocupamos el tiempo de cada día entre cazar, pescar y soñar. ¿Cómo serían esos sueños? En algún momento trataríamos de pintar en la pared de la caverna. En algún momento veríamos las nubes y trataríamos de encontrar figuras en la similitud de lo que miramos. Sea un león, un bisonte, o un árbol (aún no Dios ni ángeles o diablo). En el sueño del sueño se puede vislumbrar futuro; eso sí.
CALDERÓN DE LA BARCA lo escribió bien en ese discurso bello de los sueños. Y digo discurso porque es la plenitud en los diálogos y el famoso monólogo de Segismundo. Yo sueño que estoy aquí, y en otros lugares me ví. Etc. Escribo de memoria. Sueña el rey que es rey y se la pasa mandando. Y si realmente fue un sueño de Calderón de la Barca. Supongamos que sí. El poder de los sueños genera prodigios.
ES COMÚN QUE HAGAMOS recuento de los daños. Recuento de los amores. Y es bueno hacer un recuento de los sueños. Y de las personas que han andado en ellos. Hay quienes se aparecen en varios de ellos. Se les llama personas recurrentes en nuestros sueños. A veces es papá, mamá, un hermano, la primera novia o la quinta. Un viejo profesor o profesora, que bien la o lo podemos soñar joven o viejo. Hagamos el recuento. Nos vendría bien. Un recuento de los lugares también. Yo he soñado muchas veces en una ciudad o pueblo grande donde todo es de rojo, el pavimento de las calles, las casas, menos las personas.
RECUERDA SI HAY CANCIONES en tus sueños, bailes, velorios, viajes. Recuerda los detalles, es bueno hacerlo. Finalmente entre más imágenes tengamos, es mayor la capacidad de imaginar y soñar, y por lo tanto de hacer. Algo debe justificar nuestra vida. Hay quienes dicen que no sueñan. Quizá sí lo hacen, pero no lo recuerdan. Otros sueñan, y vagamente lo recuerdan al despertar, y en el transcurso del día lo olvidan. Yo sueño que la vi. Sueño que vuelo sin alas. Que camino diez centímetros del suelo, como si flotara. Sueño que camino con los pies al revés. Que camino desnudo delante de las personas, pero que lo hago con pena, cubro con mi mano mi sexo. Y la gente me saluda aún sin conocerme.
OTRAS VECES SUEÑO que camino desnudo y que nadie me mira, como si estuviera muerto, como si fuera transparente, como si fuera invisible. Y en los sueños me doy cuenta que sueño, que no es normal. Sin embargo no puedo despertar por más que lo intento. No sé si escribo soñando, o lo hago despierto. No es manera de escapar. Ni tampoco de forzar una manera de decir. Si Calderón lo dijo bien, que la vida es un sueño y los sueños sueños son.
PONGO EL EJEMPLO SIGUIENTE y cada quien tendrá el propio. Mi madre cumpliría este 2023 sus 95 años. Mi papá la misma cantidad. Ella murió a los 73. Él a los 87. Tengo todos los recuerdos del mundo de su cuerpo, las imágenes de su caminar, de sus risas, de su cantar. Los miro en mi mente como si fuera película cuando realizaban actividades. De niño me llevaban de la mano al caminar en mi colonia y en la ciudad. Me compraban, por ejemplo, pan. Los miro. Y de vez en cuando los sueño. Solo que físicamente desde hace años más no están. Lo mismo a mi hermano mayor. Vivió 73 años. Y tengo amigos (no es que los tuve) que lo mismo, ya no están. Y sin embargo platico con ellos.
SUEÑO, CLARO. Parte de la esencia del ser es soñar. Soñaré que soy un gato. Un gato que sabe leer y escribir. Y enciende su computadora. O pluma y papel.