Guillermo Prieto, que además de vigoroso intelectual liberal, era un poeta satírico de gran talento, se le ocurrió una forma de burla a los derechosos de su siglo que fue adoptado por la chinaca liberal como una especie de himno y decía: "cangrejos al compás, zis zas zas, para ridiculizar a las fuerzas de Maximiliano en retirada ante el embate de Mariano Escobedo, lo que culminó en el Cerro de las Campanas en Querétaro.
Juárez y los gigantes liberales que le acompañaron, confirmaba el imperio de la libertad, cuyo ancestral enemigo había sido, y siguió siendo, el oscurantismo del clero católico, particularmente de su alta jerarquía. Porfirio Díaz, siendo originalmente liberal, fue cayendo en las redes eclesiales y fincó su poder en su alianza. El alto clero lo apoyó contra la Revolución Maderista y luego hizo lo propio con Victoriano Huerta. Volvió a perder la clericalla.
No contentos con el millón de muertos de la revolución, las sotanas volvieron a bailar con la llamada Guerra Cristera para oponerse a la legislación constitucional laica. Cangrejos al compás. Con la intervención del episcopado gringo, tal guerra terminó en arreglo bajo la mesa; no se aplicaría estrictamente la constitución ni el clero haría política, por lo menos de manera ostentosa. El gobierno cumplió haciendo la vista gorda a las violaciones clericales. Cangrejos al compás.
El fraude electoral de 1988 que entregó la presidencia a Carlos Salinas abrió nuevamente las puertas a la Iglesia Católica. Se establecieron relaciones diplomáticas con el Vaticano y se legisló para dotar de personalidad jurídica a las iglesias. La agenda del PAN cobró pleno vigor al convalidar y legitimar a Salinas. Grave retroceso.
A partir de ello, la presencia clerical en la política, en demérito de la experiencia histórica, retomó su rol de grupo de presión y poder fáctico incluso con la participación de jerarcas progresistas de la Teoría de la Liberación. El púlpito volvió por sus fueros e influyó en decisiones importantes, generalmente en sintonía con la oligarquía, muy impulsados por la vigorosa campaña anticomunista del Papa Juan Pablo II y la destrucción del clero progresista. La Iglesia Católica fue aliada del PRI y el PAN y detractora del Proyecto Alternativo de Nación de Andrés Manuel, no obstante la cuidadosa relación mantenida por éste.
Hoy la Iglesia Católica Mexicana está incorporada en la agenda de la Internacional Conservadora contraviniendo las posturas del Papa Francisco, caracterizadas por una doctrina claramente humanista y contraria al capitalismo salvaje que destruye al ser humano y a la naturaleza.
En este contexto es que se registra una vuelta por sus fueros de la jerarquía católica mexicana que, so capa de la violencia existente en el país, esconde los colmillos y con disfraz de borrego convoca a unos diálogos por la paz. Su diagnóstico es interesante: habla de la descomposición del país, del aumento en la violencia y la destrucción del tejido social, pero se refiere a los últimos treinta años, metiendo al actual régimen en el mismo saco con los anteriores gobiernos neoliberales que, en efecto generaron y procuraron la situación crítica que se denuncia; lo cual es una infame trampa documental. Los cangrejos al compás.
Con tal diagnóstico y con el supuesto apoyo de miles de ciudadanos y organizaciones participantes, la Conferencia del Episcopado se da el lujo de convocar a las tres personas que aspiran a la presidencia de la república para firmar un listado de compromisos derivados de tal tramposo diagnóstico. El video oficial en la página de internet de la reunión con las candidatas sólo aparecen Xóchitl Gálvez y Claudia Sheimbaum; Álvarez Maynes no mereció la atención visual del referido acto. La Sra. Gálvez fue la primera en participar, inmediatamente después de lo discursos introductorios de los obispos anfitriones, la que no tuvo empacho en manifestarse absolutamente de acuerdo y hacer gala de su credo católico y su profundo agravio por el asesinato de los dos jesuitas de la Tarahumara, con quienes mantuvo estrecha relación en el gobierno de Fox (parte de los últimos treinta años) y emocionadamente firmó el documento propuesto.
Tocó el segundo turno a la candidata de la coalición Seguimos Haciendo Historia. Con mesura saludó la disposición a participar de los jerarcas católicos, pero advirtió que su firma era condicionada por manifestar desacuerdo en el diagnóstico; hizo un breve recuento de lo avanzado en el actual gobierno en la materia de seguridad, incluyendo lo por ella alcanzado en la Ciudad de México. Con datos duros y sin demagogia, demostró que el reclamo expuesto es el mismo que hace seis años llevó a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador y que se ha actuado en consecuencia con resultados positivos. Los cangrejos ya sólo tuvieron oportunidad de sumarse a la ovación con la que el público reconoció la serena valentía de la candidata que los puso en su lugar.
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