SUCEDE A VECES, que te detienes frente a la hoja en blanco o a la pantalla de la computadora y no atinas a escribir la primera palabra a la que habrían de seguirle otras. Te levantas. Te preparas un café. Comes un pedazo de queso o de chocolate. Y te sientas de nuevo como decir con decisión: ahora sí, lo que salga.
Y NO SALE NADA. Siguen sucediéndose los minutos. Ya borraste tres inicios. Y no te satisface. Te preguntas que si así les pasa a todos o es solo a ti. No lo sabes. No lo puedes saber, aunque leas respuestas de escritores al respecto. Hay terror a la llamada página en blanco. Relájate, te dices. Sales al jardín. Y tratas de encontrar en las plantas el motivo. Nada. Al menos no por ahora.
ESTE INICIO MISMO puede ser borrado en cualquier momento. Está escrito como parte de una estrategia para escribir. Y reflexionar sobre ello. Hay tantos temas. Pero hay ocasiones como este que ninguno funciona. Al menos no en estos momentos. Hay un consejo terrible: si no tienes qué decir, no escribas. Y sin embargo mueve el compromiso de escribir a diario algo. Al menos algo. Aunque rompamos la hoja al final.
UTILIZA LA MEMORIA, y ánclate en algún recuerdo grato, me digo a mí mismo. Ándale sí. Eso es fácil. La memoria es un pozo en el que en lugar de agua hay recuerdos balanceados entre gratos e ingratos. Escribí ya sobre la primera novia en serio. Sobre la pavita que me regalaron y la vi crecer. Sobre mi padre y madre. Sobre el café que tomo en las mañanas. Sobre mi secundaria. Sobre la primera vez que me robé un libro. La primera vez que hice el amor. Ya he escrito sobre tantos temas, que temo repetirme. "Aquello ya lo dijiste", de vez en cuando me digo.
NO SE TOME ESTO como un texto. Solo como un ejercicio de búsqueda. Como un retrato público sobre los momentos de imposibilidad de escribir sobre algo. Anoche comí un esquite. Llevé a mi hija a la central de autobuses. Miré las noticias y luego una entrevista que le hacen al actor Joaquín Cosío, a quien mejor conocen como el Cochiloco, por uno de los papeles que interpretó. No conciliaba el sueño. Aprovecho en esos momentos previos a dormir para buscar en la mente el inicio del texto por escribir al día siguiente.
¿Quién es la autoridad para decir "este sí es poeta, este no lo es"? ¿Quién juzga la calidad de una obra? ¿Quién lo poético? "Poemas sin poesía", fue una expresión que le escuché decir a Teodosio García en referencia a un primo que le leía unas palabras presentadas en renglón cortado. "Eres cabrón", le dije. "Pero es verdad. No es cierto que en Tabasco haya muchos poetas, sino que cualquiera se siente poeta", me completó. Eso fue en 1986.
"NIVELITO", ERA UNA PALABRA que decía mucho Fontanelly Vázquez en los años 80s y 90s. Y la decía en referencia a que habemos de todos en cualquier circunstancia. Para decir que alguien es bueno, pero apenas empieza, Fonta decía "tiene su nivelito". Y entonces ya se le empezaba a tomar en cuenta en las artes plásticas. A Fontanelly lo vi muchas veces en el centro de la ciudad. Y solo una vez en el estudio de su casa, cerca de la Normal del estado.
FERNANDO NIETO LES DECÍA a los recién llegados al taller y que escribían algo así como "te amo, mi amor. Eres bien bonita. Sueño contigo en las noches. Y me despierto y te pienso, mi cosita..." O algo así, palabras más menos, que mejor se dedicaran a vender palomitas en el cine. Muchos lo odiaron. Menos los que no perdieron el tiempo escribiendo versitos y años después se convirtieron en prósperos vendedores de golosinas, incluyendo palomitas.
¿QUÉ SON LOS LUGARES COMUNES? Si pintas un tigre bello en una selva verde que puede ser en cualquier lugar. Si pintas una rosa roja en un jardín con pasto verde. O un niño que llora sin contexto. O un beso de compromiso. O una misa donde todos están bien sentados. Esos son los lugares comunes. En el caso de escribir, serían "Los labios rojos de su boca". "Iba caminando y empezó a llover, fue entonces que sacó su paraguas para protegerse de la lluvia". O cosas por el estilo.
ESCRIBIR SOBRE LA HOJA EN BLANCO, o la imposibilidad de escribir, es un lugar común también, claro que por supuesto. Pero en defensa del lugar común se puede decir que es preferible besar que escribir sobre un beso. Pues bien aquí termina mi ejercicio de escribir. Aunque me permito escribir un posdata.
POSDATA. La idea es no quedarse en los lugares comunes, esos los que cualquiera puede escribir. Cruza esa frontera y di lo mismo pero con palabras diferentes. O las mismas pero ordenadas de otro modo. Si quieres escribir, si inicias, si ya empezaste, si solo quieres o no lo has hecho, si ya eres escritor autoconsagrado. Si tus amigos y novia más los familiares te dicen que escribes muy bonito, hazles caso, no te desanimes y sigue escribiendo. No se trata de escribir bonito y de recibir un diploma y hasta allí. Sino de sacar de todos esos lugares comunes -ciudad de la mediocridad- de donde somos emperadores, dichas expresiones comunes y (ojo) sacarles nuevo brillo y transformarlos en demonios, palabras de brasa. De eso trata cuando a escribir nos referimos. Vivimos inmersos en los lugares comunes, en las naderías, en el vacío, en las poses. Pues de todo ello has de sacar casta para escribir algo distinto. Por eso hay que leer muchos como si no hubiera otra cosa importante en la vida