Seguimos con este ejercicio de reflexión y comparativo de lo que hemos llamado Modelo Imperial y Modelo Democrático, vistos como una alternativa A de atraso y subdesarrollo, y una alternativa B de progreso. En nuestra anterior colaboración, a partir de mi texto “México y su modelo de desarrollo. Bases para pensar nuestras opciones” (*), revisé los defectos y perjuicios que pesan sobre nuestro país por la persistencia del Modelo Imperial. Sostengo que en 2018 los mexicanos mostraron en las urnas su cansancio contra una forma de gobernar que no les permite avanzar. Mi propuesta es que se debe profundizar el cambio tocando el corazón de ese viejo sistema: el poder político.
Ya vimos algunos defectos. Pero gracias a muchos mexicanos valientes, estamos salvados del espectáculo denigrante común en América Latina de ver a nuestros gobernantes de rodillas frente al Cardenal de la capital de la República bendiciendo éste al Presidente (y así marcando su cuota de poder dentro del Modelo Imperial). Esta comunicación y validación sagradas de instrucciones divinas sanciona y bendice los peores excesos del Modelo (Imperial).
Sin embargo, la cruda realidad sólo se sabe con la entrada del nuevo emperador quien en forma mecánica desbarata toda señal de su antecesor. Los leones y los ratones también desaparecen los rastros de sus antecesores, el macho alfa literalmente cazando y asesinando a toda cría varonil de cualquier edad que haya dejado su antecesor.
Pronto, el nuevo gobernante pone en acción los mecanismos legales que le permiten un nivel de ineficiencia en el ejercicio del poder público a la altura del promedio de sus antecesores, tal vez más. El cansancio del pueblo ante gobernantes tan terribles es su plegaria que “ojalá sólo robe poco”.
Tenemos esperanzas. En la Alternativa B (Modelo Democrático), hay un esquema descentralizado y mucho más eficiente del poder, aproximadamente de la manera siguiente:
i) Existen varios centros o pirámides de Poder entre los cuales están: el Legislativo; el Judicial; el Partido Opositor al Gobernante; la Prensa y los Medios de Comunicación; las Universidades; las Empresas; y de hecho cada segmento de la población con sus respectivos derechos independientes del Gobernante.
ii) Existen segundos y hasta terceros premios, de tal manera que la lucha por el Poder nunca es absoluta, y la segunda fuerza pueda tener algo de Poder en el Ejecutivo o en la Legislatura. Contraloría y Contaduría Mayor de Hacienda son casi ideales como segundos premios, bajo dos principios universales y por ende humanos: primero, la separación de funciones donde un partido ejecuta y el segundo (preferentemente su rival) vigila el ejercicio; y el segundo, el que no hace nada indebido no tiene por qué temer una vigilancia ajena permanente y cercana.
iii) El pueblo puede incidir en las decisiones gubernamentales en cualquier momento mediante referéndums, plebiscitos, etc. El voto es oportuno cuando lo determina el pueblo. No está condenado el pueblo a esperar hasta la siguiente elección para ejercer su sentir mediante el voto electoral.
iv) El gobierno funciona con categorías y criterios públicamente establecidos que eliminan el elemento personalista en la decisión pública. Por ejemplo, se podría promulgar una Carta de Derechos a la Infraestructura y a los Servicios Públicos de las Localidades la cual: a) Agrupa a las localidades (por población u otros criterios) en categorías bien definidas: rancherías, poblados, villas, ciudades pequeñas, medianas y metropolitanas por ejemplo. b) Señala los derechos de cada categoría: X pueda contar con Agua Potable; Y con Agua Potable y Drenaje; y Z con Agua Potable, Drenaje, Conducción y Tratamiento de Aguas Residuales, y así para todo tipo de Infraestructura y los Servicios Públicos. c) Marca la situación actual (en 2020) de cada localidad; d) Calcula el rezago entre c) y b) por localidad; y lo más importante, e) Señala un método razonable y bien definido para proveer infraestructura a cada localidad; por ejemplo jerarquizar a las localidades con rezago en cada tipo de infraestructura por el tamaño de la población y darles prioridad en los presupuestos y atención pública en los órdenes federal, estatal y municipal. Pero hay más, si me acompaña lo veremos en la siguiente entrega. (EL AUTOR ES DOCTORADO EN ECONOMÍA POR LA UNIVERSIDAD DE PENNSYLVANIA, 1971. COLABORADOR DE DIARIO PRESENTE * Centro de Estudios e Investigación del Sureste AC)