Es una realidad que las expectativas que se “cincelaron” en el ánimo colectivo son enormes, también es cierto que durante su largo caminar, siempre se fustigo las ideas, proyectos y acciones que los que gobernaban implementaban -la realidad cotidiana era el mejor y certero indicador de que no mentía ni exageraba en su diagnóstico-, en la tercera que si fue la vencida, enfundo y acuño al proyecto, que su triunfo y las dimensión del viraje gestaría e impondría al país una cuarta transformación, de ese calado es la oferta y en función de ello, es que la exigencia es mayúscula.
Hoy en el balance que imponen los cien días de administración federal, el debate se centra en que tan bien se ha hecho o en qué medida de avance se está respecto de las exigencias de una sociedad que clama justicia, empleo, seguridad, crecimiento y hasta felicidad.
A los de a ras de tierra, muy poco les importa esa discusión en torno a qué tipo de régimen se está implementando, muchos no entienden ni quieren hacerlo, eso de izquierdas, derechas, o cualquier otro calificativo teórico-técnico que los “expertos” y críticos desarrollan para explicar el rostro y las políticas públicas de una gestión gubernamental; lo que a los ciudadanos les importa es que el Gobierno genere condiciones de bienestar para que se pueda tener un entorno digno, es allí donde el gobierno de AMLO tiene un compromiso ineludible, que no se puede ni debe reducir a la calificación que los opositores y los propios hagan de los que tradicionalmente se conocen como los 100 días.
El Presidente de la República ha dejado más que claro que no desfallecerá en su misión de lograr la transformación del país, implementándola desde el cambio del mexicano –nunca deja de lado el llamado a todos a portarse bien-, convencido de que tiene que hacer todo lo humanamente y técnicamente posible para que los recursos públicos se distribuyan con equidad, eficiencia, y sobre todo con transparencia; la regla máxima para que el dinero alcance, es pues liberarlo de las prácticas corruptas que antaño diezmaban la gran bolsa de la federación.
Hoy los balances especializados coinciden en que el ánimo de confianza se refleja en un incremento en el mercado interno, en una pausa y hasta retroceso en la inflación, pero también manifiestan que los mercados muestran nerviosismo ante las dinámicas económicas que el gobierno mexicano esta implementando; los ciudadanos pos su parte, celebran que se ventile con frontalidad todas las transas que antaño al amparo de poder se hacían, por ello aplaudieron en todo momento el plan contra el huachicol, muy a pesar de las molestias transitorias que se generaron, por ello festinan con gozo la cancelación de las millonarias pensiones a los expresidentes y las subastas para rematar los vehículos blindados que se ponían al servicio de los “funcionarios”, por ello apoyan la idea de las mañaneras y la presidencia itinerante que el oriundo de Tepetitan anuncia.
Se espera que ese ritmo incansable que el presidente ha fijado como regla de comportamiento, sea el preámbulo de una serie de acciones, proyectos y formas de gobernar, para la verdadera instrumentación de una Transformación nacional, de entrada en estos cien días, el mandatario ha logrado dar golpes de precisión, pero es menester trabaje en lo inmediato en lograr una cohesión republicana en pos de México; ya veremos si el equipo que lo acompaña, si los gobernadores, los presidentes municipales, el Congreso de la unión y las cámaras legislativas locales, acompañan y en serio ese titánico esfuerzo…
Zarpazo. El Gobernador del estado bien hace al ponerse firme y atento en las negociaciones con la CFE, por ello los tabasqueños celebraron que revelara que se les levanto de la mesa y les exigió modificaran un documento que consignaba un dato erróneo, importante es revisar con lupa lo que se vaya a firmar; en próximos días llegara el anuncio que beneficiara a todos los tabasqueños.