Se decía en aquellos días en que la campaña presidencial iba en su último tramo, que AMLO parecía ya un “Rockstar” al que le venían quedando chico los escenarios, se recuerda aún los líos que su convoy pasaba para salir de las plazas públicas ante el arremolinamiento de la gente que quería saludarlo, tocarlo y manifestarle de frente su apoyo; en aquel cierre de campaña a la manera de un grupo internacional de amplia trayectoria exitosa, AMLO mostro una vez más que lo suyo es la convergencia de las multitudes, que tiene un imán popular como pocos y que todo lo que sale de su boca es creído y apoyado por miles, millones de personas, a lo largo y ancho del territorio nacional, en síntesis AMLO, el Presidente de México, a lo largo de su carrera política fue perfeccionando una receta que hace que su figura “enamore”, encante y acoja adeptos de manera sostenida y progresiva.
En los albores de los 100 días de su gobierno, las mediciones demoscópicas que se han hecho públicas dan cuenta de un crecimiento exponencial de aceptación, que no tiene precedentes y que hace preguntar una y mil veces, ¿hasta dónde será el techo de este zoom-polítikon para con las masas?
Se dice que su exposición mediática a raíz de las mañaneras es grosera, narcisista y con tufos de ultra-centralismo y concentración del poder; que desde lo que sus críticos han denominado “el pulpito Presidencial”, el mandatario mantiene en una montaña rusa al país; que vulnera la presunción de inocencia, que acusa sin presentar pruebas contundentes, que aniquila contrapesos, que amedrenta a la Sociedad Civil Organizada, que desata nerviosismo en los mercados, que pulveriza la imagen internacional del país, que ningunea a la prensa y responde lo que le conviene y de en gana, y muchas más críticas y señalamientos, que son hasta sanas se presenten, pero también debe decirse que por ejemplo cuando se comparan con el México del pasado reciente, se da uno cuenta de que no hay prestigio internacional que cuidar, ya que en las principales mediciones internacionales, nuestra nación no ocupa lugares halagüeños, y en materia de corrupción e inseguridad estamos peleando por así decirlo “el campeonato” con otras naciones.
Lo que también es una realidad, es que AMLO lleva años dominando, influenciando, “controlando” y marcando la agenda, de ello es sabedor y no se duda lo seguirá explotando como parte de su estrategia para que la 4T sea una realidad; el Presidente ha dicho que es vital y merecen más respeto los opositores que los adeptos, por ello también es cierto que esa oposición pujante no desfallecerá en hacer ver que las formas y el fondo de este régimen aún no da los resultados que México requiere; en ese tenor el Presidente sabe que goza de cabal aceptación popular, sin embargo en su diagnóstico no debe perder de vista que el apoyo se concentra en SU figura, y que es evidente que una buena parte del gabinete que le acompaña, a 100 días aún no logra agarrar el ritmo a la Transformación, por ello no descartemos que desde “el pulpito” de las mañaneras, el Tabasqueño siga y hasta acreciente el jalón de orejas a sus colaboradores, ¿todos le aguantaran el ritmo?, ya veremos…