Un 22 de julio, pero de 1847 -hace 173 años-, logramos la liberación de Tabasco, cuando la escuadra norteamericana ya no resistió el acoso de las fuerzas tabasqueñas y emprendió su huida, para no regresar. Tomaron la ciudad de México, pero Tabasco estuvo libre de esta invasión criminal.
En la parte antigua de nuestra ciudad, entre la calle Allende y Paseo Tabasco, existe la calle M. Bruno, que perpetúa la memoria del Coronel don Miguel Bruno, defensor de nuestra capital durante la segunda invasión norteamericana en 1847.
El 16 de junio de 1847 - hace 173 años-, se presentó nuevamente frente a la entonces San Juan Bautista una escuadra norteamericana, pero ahora con más armamento y más barcos. Nuevamente bombardearon, incendiaron y saquearon nuestra ciudad, que en esta ocasión sí fue tomada, por lo que los poderes hubieron de trasladarse nuevamente a Tacotalpa.
Los invasores norteamericanos permanecieron en nuestra capital 35 días, hasta el 22 de julio de 1847 y se autonombró Gobernador intervencionista Gershom J. Van Brut, hasta que ya no pudieron seguir resistiendo la guerra de guerrilla que comandaba el Coronel don Miguel Bruno, y por segunda ocasión, derrotados, se batieron en retirada. Durante esos 35 días, cotidianamente moría algún invasor, y en represalia, cada día incendiaban 10 casas de nuestra capital.
Tenemos que exaltar que en tanto que en el centro del país nuestro ejército sufría derrota tras derrota, las armas tabasqueñas por segunda ocasión se cubrían de gloria. Fue tomada la ciudad de México y se consumó el despojo que sufrió nuestro país, pero Tabasco permaneció libre y sin ser ocupado, gracias a la hidalguía de los habitantes de esta ciudad.
Antes, el 21 de octubre de 1846, en la boca del Tabzcoob, mal llamado Grijalva, apareció una escuadrilla de guerra, que un práctico de Frontera, creyó que eran mercantes, y fue a guiarlos, descubriendo que eran de guerra y viendo ellos que nuestro puerto carecía de guarnición, desembarcaron y lo tomaron.
Enterados en la entonces San Juan Bautista de esta invasión, el gobernador y jefe militar de la plaza, el ilustre Coronel Don Juan Bautista Traconis Rodríguez, tomó todas la medidas a su alcance para defender la ciudad. Fue en la mañana del 25 de octubre de 1846 cuando arribó la escuadrilla de guerra norteamericana frente a nuestra ciudad, e impusieron un ultimátum para que se rindiera la plaza, a lo que el coronel Traconis respondió que nuestra metrópoli no se rendía y que sería defendida hasta con la misma vida por sus habitantes.
Durante los días 25 y 26 de octubre de 1846, nuestra ciudad fue inmisericordemente bombardeada e incendiada por la escuadra gringa, al mando del comodoro Matew Perry, que con todo y su destacamento de 2 mil 250 hombres, no pudo tomar nuestra capital, desatendiendo además las gestiones de los cónsules de España, Inglaterra y Alemania que entonces aquí residían, y que trataron de evitar la destrucción, incendio y saqueo de la ciudad.
Nuestra capital fue defendida con gran bizarría y en esta primera batalla de Tabasco, murió un cadete hijo del comodoro Perry, quien tuvo que batirse en retirada con el cadáver de su primogénito a cuestas.
Este mismo comodoro Perry, siete años después, venció al Emperador de Japón y lo obligó a abrir los puertos nipones al comercio americano. Lo que no pudo en Villahermosa, lo logró en Japón.
Pero nuestros males no terminan. Y el 18 de junio de 1863, hace 157 años, aparece frente a nuestra capital una escuadra del ejército invasor francés al mando de Eduardo González Arévalo. Nuestra ciudad es defendida, pero sufre un severo bombardeo que obliga a sus defensores a replegarse paulatinamente, y finalmente es tomada.
De esta época, es de recordarse que el usurpador González Arévalo se enamoró de una bella tabasqueña, doña Fidencia Sastré, presionando fuertemente a su familia para que accediera a que realizara su matrimonio con ella, e incluso mandó a fabricar una vajilla especial con el nombre de su pretendida. Pero doña Fidencia prefirió huir por caminos selváticos hasta Guatemala, Nicaragua y Cuba, antes que acceder convertirse en esposa del invasor.
Esta actitud digna y ejemplar, contrasta con la triste historia de la Malinche, que se pasaron como mujer toda la soldadesca de Hernán Cortés, y que traicionando a su raza, nunca movió un solo dedo a favor de su estirpe masacrada. La Malinche no era nativa de lo que ahora es Tabasco y tampoco aquí nació el mestizaje, como algunos mal afirman. Ocho años antes, en Cozumel, Gonzalo Guerrero, después de un naufragio, formó una familia y permaneció con ella negándose a retornar a pesar de los requerimientos del mastín de Las Hibueras, Hernán Cortés, para que se integrara en su expedición.
Los tabasqueños se reagruparon y fueron avanzando sobre San Juan Bautista, comandados por Gregorio Méndez, Lino Merino, Pedro Fuentes y Narciso Sáenz, hasta sitiarla y finalmente, la brigada de Teapa, comandada en esta gesta por los hermanos Bastar Zozaya, en un combate calle a calle y cuerpo a cuerpo, a sangre y fuego tomaron el bastión El Principal el 11 de febrero de 1864, que significó la derrota definitiva de los francotraidores. Los invasores se concentraron en sus barcos y fue hasta el 27 de febrero de 1864, 16 días después, en que, finalmente derrotados, abandonaron nuestra capital, que fue uno de los pocos territorios libre de invasores durante la efímera estancia del filibustero Maximiliano, que es necesario decirlo, y repetirlo, nunca fue Emperador de México, puesto que Juárez era Presidente.
De esta suerte, las armas tabasqueñas se han cubierto de gloria en tres ocasiones memorables, por lo que debiera haber una declaratoria tanto del cabildo como del Congreso del Estado, denominando “TRES VECES HEROICA” a nuestra ciudad capital.