RECIENTEMENTE se anunció que la firma estadounidense Citigroup decidió retirarse de los negocios de banca de consumo y empresarial en México, por lo que venderá Banamex, para enfocarse en sus clientes institucionales. En 1992, siendo presidente Carlos Salinas de Gortari, el Banco Nacional de México (Banamex) fue entregado al grupo Accival, de Roberto Hernández Ramírez y Alfredo Harp Helú. Diez años antes, esta institución fundada en 1884 (el primer banco privado de México), había sido estatizada en la polémica nacionalización de José López Portillo.
Como usted sabe, desde su llegada a la Presidencia el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador advirtió que su gobierno se proponía poner fin al llamado “modelo neoliberal”, para cambiarlo por un “modelo de bienestar”, en el marco de una economía moral.
EL INVIERNO SALINISTA
SI BIEN el sistema conocido como neoliberal o tecnócrata inició formalmente en el país con Miguel de la Madrid (1982-1988), fue Salinas de Gortari quien estableció las bases que parecían inamovibles para un esquema privatizador, que pasaba por el desmantelamiento del Estado Mexicano. Un “Estado Obeso”, afirmaban los ideólogos. Ahora se habla de un “Elefante Reumático”, retomando la definición que Jesús Reyes Heroles diera a la Secretaría de Educación Pública en los años ochenta.
Uno de los hechos simbólicos y contundentes de la etapa salinista fue el traspaso de Banamex a inversionistas privados. En la actualidad, el Grupo Financiero es el tercero más grande que opera en México: con un total de un billón 433 mil 851 millones de pesos, reporta mil 276 sucursales bancarias, 9 mil 012 cajeros, 7 millones 168,038 tarjetas de crédito, 209,373 de débito, así como 31,406 empleados (datos de la Comisión Nacional de Valores).
Escribió el académico y escritor Rodolfo Uribe: “Neoliberalismo: los grupos financieros o fondos de inversión compran empresas, las ordeñan y luego las abandonan. Black Rock se adueñó de City que era dueña de Banamex. Ahora se van dejando sin sustancia a Banamex como un negocio local que será absorbido por ¿Santander?, ¿BBVA?, ¿Banco Azteca?
Mientras los críticos de López Obrador señalan que la subasta anunciada por Citigroup es una señal de desconfianza hacia la economía mexicana, el mandatario federal explicó que la operación forma parte de una estrategia a nivel mundial de la firma estadounidense, que ya ha tomado decisiones similares en China, Brasil y Argentina.
La segunda mitad del sexenio veremos muchos reacomodos en los grupos financieros y económicos, frente a un gobierno que apuesta a una amplia base social.
LA CAÍDA DEL MURO
Veamos un poco el contexto de lo que está en disputa.
Nos explican los economistas críticos que el Neoliberalismo en el mundo fue capitalismo voraz, después de la caída del Muro de Berlín en 1989. Sus señas de identidad: libre mercado (en exceso), democracia formal, consumo (material y cultural) de productos, imágenes y tecnología. Con el final de la Guerra Fría y del socialismo real, campanas de victoria sonaron en EEUU y Occidente.
Los países recibieron como receta parámetros políticos de Washington, instrucciones económicas del Fondo Monetario internacional (FMI) y dictados financieros del Banco Mundial. Han pasado 32 años. Estamos lejos del triunfalismo neoliberal. Las interrogantes sociales permanecen, ¿cómo generar, al mismo tiempo, riqueza y bienestar?
El neoliberalismo en México provoca numerosas discusiones públicas, como sustantivo y adjetivo. ‘Neoliberal’ es calificativo estratégico del presidente López Obrador, para referirse a un pasado que abarca cinco sexenios (1988-2018). Ahora bien, la mezcla indiscriminada de referentes (políticos, económicos y sociales) obstaculiza la comprensión del neoliberalismo en México. Se habla y escribe mucho del modelo gubernamental que colapsó.
No es fácil definir el neoliberalismo. En sentido general, es un modelo económico que necesita poder político para favorecer la actividad privada en áreas estratégicas. El neoliberalismo en América Latina, bajo la tutela geopolítica de EEUU, tuvo en principio alumnos aplicados en Chile (con Augusto Pinochet como cabeza de una dictadura) y México.
AL MARGEN
EN 2018, un vuelco electoral dio a López Obrador un mandato que interpreta como freno y despedida al modelo neoliberal; en 2021, otro vuelco electoral entregó a Gabriel Boric –un político izquierdista de 35 años- la posibilidad (con una Presidencia que asumirá formalmente en marzo de este año) de combatir a un sistema que sin embargo tiene raíces en todo el planeta. (vmsamano@hotmail.com)