GRACIAS. Y bastaría esa palabra para decirte todo lo que mi alma quiere decir, porque es como un gran abrazo con un caudal de significados. Pero la sola palabra no haría justicia mensaje que quiero darte. Mejor me explico. Gracias por todo lo que hiciste por nosotros en cada uno de nuestros trayectos. Nos diste motivos para la sonrisa plena, nos diste elementos para reflexionar sobre cada paso que íbamos dando en los distintos planos de que se compone lo que somos.
YO ANDABA, Pablo, en los 17 años cuando te escuché por primera vez. Estudiaba la Normal, ya era lector acucioso (sin falsa modestia), e iba descubriendo las contradicciones de la existencia humana, con variantes casi infinitas, pero explicables. Y ya me estaba dando cuenta que existían canciones distintas a las que pasaban por la radio. Aunque no empezó esto contigo, porque ya conocía la de El barzón, mexicana, y otras, pero tú conjuntaste en tu poética, esencia en tus canciones, la poética con lo popular. Reflejaste el sentir del hombre sencillo en el amor con todas sus variantes. Solo que en esos años de juventud nos interesaba la palabra amor en el sentido exacto de lo que sentíamos exactamente por una muchacha. "Esto no puede ser más que una canción, quisiera fuera una declaración de amor...". Y ya ibas conscientemente con nosotros.
PORQUE TE EXPLICO, Pablo. Decía yo antes que en esa edad, como lector me daba cuenta que el lenguaje podía expresar lo que sentía, pero no decirlo de la manera común, aunque tampoco de manera sofisticada tratando de buscar palabras del diccionario, sino que la poética no estaba alejada, ni mucho menos, al habla de todos nosotros, de barrio, de campo, de las colonias marginadas. Solo que había qué leer.
EL PRIMER ÁLBUM lo compré con dinero de la beca -he recordado esto muchas veces, y lo cuento. Me pagaban un salario por estudiar. Y una de mis compras fue ese álbum, que luego supe no era el primero tuyo, pero el primero para mi generación, porque fue de los primeros que circularon en nuestro país. Y venía tu declaración de vida con el manojo de canciones que sacaste en 1976. Nombro algunas de ellas: "La vida no vale nada"; "Para vivir"; "Llegaste a mi cuerpo abierto"; "Hoy la vi"; "Yo pisaré las calles nuevamente"; "El tiempo, el implacable, el que pasó" y "Canción por la unidad latinoamericana". Sabes, Pablo, todas ellas y cada una hablaban de nuestros variantes sentires, en todos los ámbitos: el amor, y el desamor, la declaración de vida, la esperanza de que volviera la que se fue, y la necesidad de unión de todos los luchadores sociales latinos.
YA HABÍA PASADO el Golpe de estado en Chile, el pinochetazo contra nuestro héroe ciudadano Allende, y tú lo decías en "Yo pisé las calles nuevamente, de lo que fue Santiago ensangrentada". ¿Quién lo podía decir mejor que tú? Y como por esos años andaba la inquietud por saber las razones de la existencia humana, tú lo sintetizaste muy bien en "La vida no vale nada, si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama..." Y por la llegada de la primer mujer con amor a nuestra vida: "llegaste a mi cuerpo abierto, y yo todo me entregué, por más que reí lloré... y termina diciendo: que "vale más poco con ganas, que mucho sin ser querido.", Y así, creo que ese disco nos develó sobre lo que estábamos pasando. Todos los ámbitos, todos.
YA EN EL 1978, antes de salí de mi escuela Normal, tenía yo 19 años, Pablo, sacaste el disco de nombre "No me pidas", y allí lo que yo quería decir, me habían dado cortón, ya ves que sucede, y yo nada digno en ese asunto de ya no andar con ella adopté la "Ya ves, y yo sigo pensando en ti, como ave que regresará".., ah, esa inmortal esperanza mezcla de nostalgia. Y así podía irme deteniendo en cada una de tus canciones. Pero no lo voy hacer; solo que es tanto lo que nos duele tu partida ayer. Aunque ya sabíamos que sucedería más temprano que tarde, debido a tus dolencias de cuerpo, y antes de tus dolencias del alma. Ya ves. (Esta carta continuará...)