Hace unos días en una plática de café se comentaba que diciembre es el mes cuando más gasta el ser humano.
En menos de quince días se pueden ir cientos de miles de pesos en un consumo que a veces no es redituable.
En el libro “México: ¿Sociedad de consumo?”, de la maestra en Administración de Empresas del Tecnológico de Monterrey, Dulce Eloísa Saldaña, sostiene que la sociedad en general, en efecto, gasta más de lo que puede tener.
Nuestro país entra en esa línea de ser una sociedad de consumo, aunque no represente un crecimiento personal, pero sí material, y ahí se ubique por algún tiempo.
No tratan de cubrir las necesidades básicas, van más allá de comprar hasta saciar una manía que se convierte en vicio.
La autora del libro indica que es notorio que en nuestro país las familias han disminuido el presupuesto para pagos básicos y aumentado el destinado a esparcimiento, sobre todo en el mes de diciembre.
El marketing encuentra en México un amplio y variado mercado con ansias de comprar, y cae en la búsqueda del lujo, sobre todo en los simbolismos de las “marcas”.
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman dice que esa sociedad de consumo no trata de cumplir las exigencias básicas sino la que promueve la incesante búsqueda de insatisfacción de deseos, esa que se crea para mantenerse en funcionamiento, la cual publicita una vida feliz, pero requiere frustrar sistemáticamente la satisfacción del individuo para garantizar que los deseos se mantengan en constantes movimientos.
Bauman afirma que lo más decisivo es que el secreto mejor guardado de la sociedad de consumidores es que recompensando su consumismo con la inclusión social llega a transformarlo a él mismo en un producto de consumo.
En sí lo que algunas personas buscan es el reconocimiento y la aprobación en el juego de la socialización.
A pesar de la crisis en la que se vive, se pueden ver plazas, mercados, centros comerciales y tiendas abarrotadas en busca del consumismo, los regalos, por ejemplo, o la ropa para vestir en fechas claves.
Se vive para adquirir productos que cubren necesidades superfluas, no para satisfacer necesidades básicas, desarrollarse como ser humano y tener una vida placentera.
Igual podemos caer en la persuasión, producto de la publicidad, y todo con el fin de querer adquirir estatus, prestigio y un estilo de vida.
Hoy cientos de trabajadores luchan por hacer válido una prestación que les corresponde por ley. Cierran vialidades, crean caos, marchan, protestan, y al final, obtendrán ese recurso, sin embargo, pocos serán quienes aprovechen su dinero, la mayoría entrará en esa burbuja de gastar a placer, hasta, como dice Bauman, se convertirán en un producto de consumo, ese juego del deseo de las personas por aparentar.
Por mala fortuna ahora la felicidad se expone en la cantidad de cosas que tenemos, sobre todo en Navidad, un mes que hace explotar estas acciones vanas.
PARÉNTESIS
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, afirmó que las obras en Santa Lucía podrán iniciarse, gracias al éxito obtenido en el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM). López Obrador dijo que se logró que el plan de Hacienda con tenedores de bonos, lo cual era motivo de preocupación, puesto que iba a provocar litigios y retrasos para resolver el problema de la saturación del aeropuerto.