PRIMERA DE DOS PARTES

Elías Balcázar se marcha de Farmensi (I)

Allá por el año de 1986 tuve la fortuna de ser alumno del maestro Elías Balcázar Antonio cuando cursaba la Licenciatura en Historia en nuestra Máxima Casa de Estudio. Ahí lo traté por vez primera. Me asombró su dominio de la historia, su rigor académico y su dominio de las asignaturas nos impresionó al punto de que sus alumnos deseábamos que sus sesiones se prolongaran más allá de las dos horas. Balcázar era estricto con el control de las lecturas que nos asignaba para la siguiente sesión, además llegaba siempre puntal a todas las sesiones de las seis de la mañana a pesar de que a diario viajaba en su Ford Fairmont desde Comalcalco a Farmensi.

En esa época ambos vivíamos en Comalcalco, aunque nació en Paraíso. Al casarse decidió establecerse con su familia en a Perla de La Chontalpa, ya que su esposa era de esa ciudad, antes de emprender la travesía habitual a la capital tabasqueña había realizado su carrera diaria de diez kilómetros en el boulevard. Debido a esta rutina, lo encontraba a diario en el trayecto que hacía a la casa de mi compañero de licenciatura, Jesús Arturo Filigrana Rosique, originario de Comalcalco, que se ubicaba también en el boulevard.  Entre muchas otras cosas que le agradeceré toda mi vida está el raid que me daba a la universidad, en su flamante camioneta Ford de ocho cilindros porque, dicho de manera coloquial, « no tenía ni sal para un huevo y creo que ahora tampoco ». En ocasiones cuando nos retrasábamos en la salida a Farmensi, le comentaba: « Arturo, hace como 20 minutos pasó Balcázar en su Fairmont hacia Farmensi ». Entonces mi colega sin inmutarse me respondía, « no te preocupes llegaremos antes que él, en la carretera lo rebasamos ». Y así sucedía porque el maestro conducía en el trayecto de manera lenta, a pesar de que en esa época el tráfico era escaso y más a esa hora.

Durante sus clases, Balcázar nos sugería la consulta de un caudal de obras para complementar los temas abordados. Por este motivo empecé a acercarme al maestro cuando un día a concluir una de sus sesiones lo abordé para solicitarle el préstamo de algunos de los libros que nos recomendaba a lo que me respondió: « Pasa el fin de semana a mi casa a por ellos ya te tengo ubicado eres el que a diario encuentro en el boulevard ». De este modo empecé a llegar a su casa por libros, siempre lo encontraba leyendo y en una de esas visitas me invitó una taza de café y empezamos a platicar.  Así conocí a Balcázar como un hombre humanitario de carne y hueso, ameno en su charla en temas que no abordaba en clase, pero que se relacionaban con problemas importantes del ámbito sociopolítico y económico que vivía Tabasco y de las expectativas positivas que tenía del recién iniciado periodo de gobierno de don Enrique González Pedrero.

En una de esas pláticas me preguntó: « Cabrón, ¿tú estudias historia por vocación o eres de los rechazados de derecho que se inscriben como premio de consolación a las licenciaturas de Historia o Sociología? ». De inmediato le contesté: «¡No maestro como cree! Yo presenté mi examen de admisión para la licenciatura en Historia y no solicité segunda opción. A mí lo que me gusta es la historia por eso vengo a pedirle libros, ya que usted es un historiador erudito». Dibujando una leve sonrisa me contestó: « Compita, soy economista, pero siempre me ha apasionado la historia y me considero entre ellos, si tan solo conociéramos un poco más de ella tendríamos memoria para no repetir los mismos errores que nos han causado tantos problemas, tantas crisis económicas pero de eso ya platicaremos más a fondo cuando hayas leído más del tema ».

Con el paso de los años se fue afianzando nuestra relación afectiva. Empecé a trabajar en la biblioteca municipal de Comalcalco, la Andrés Iduarte Foucher, que hoy ya no existe. Me volví su mensajero de las novedades bibliográficas que llegaban a la biblioteca. Si eran de su interés me llenaba la papeleta de préstamo de los libros que le interesaban y con satisfacción los llevaba a su domicilio. Balcázar me prodigaba un trato cordial y ameno, además acostumbraba a contarme algunos chascarrillos picantes, cuidando siempre de no trasponer la línea entre maestro y alumno. Para ese momento, el maestro había dejado un empleo que tenía en el Ayuntamiento de Centro y se había incorporado a laborar en un brillante equipo de investigación en la DESIC-SECUR, dirigido por el Doctor Enrique Canudas Sandoval. Balcázar preparaba su investigación "Historia económica de Tabasco: 1900-1940", la cual forma parte del segundo tomo de la Historia General de Tabasco, coordinado por la Dra. Rosa María Romo López.

Todos los días después de sus clases se dirigía al área de Colecciones Especiales de la biblioteca pública del estado "José María Pino Suárez" y con disciplina se sumergía en el mundo de publicaciones periódicas y libros para realizar su investigación. Solo descansaba para tomar un refrigerio en su Fairmont, el cual consistía por lo general en un plátano y agua. Era muy cuidadoso con su alimentación, jamás lo vi comiendo alimentos chatarra. Esto lo aseguro debido a que para ese tiempo ya trabajaba en esa biblioteca, estaba por finalizar la licenciatura. Durante esa época, Balcázar me transportaba con sus charlas al mundo tabasqueño de finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.  Fue a partir de estas pláticas apasionantes que consolidamos una amistad que duraría toda la vida. Continuará. (*Presidente de la Academia de Historia y Ciencias Sociales de la DACSYH-UJAT)