De una forma muy simple, el refuerzo positivo implica conseguir un premio, mientras que el negativo aporta una consecuencia por descontinuar un comportamiento y así, el sujeto aprende a asociar una acción con un resultado.
Así, dentro del aprendizaje instrumental se distinguen tres subcategorías, por decirlo así: el castigo, la omisión (no hay recompensa), y el refuerzo o reforzamiento.
El refuerzo positivo es un tipo de recompensa que puede aumentar la probabilidad de repetir un comportamiento deseado. Puede ser cualquier cosa, desde un pequeño gesto hasta un objeto. Algo tan simple como una nota escrita a mano o una llamada telefónica de alguien que te importa, por ejemplo, puede tener un gran impacto en tu estado de ánimo.
La terapia conductual usa herramientas positivas que logran reforzar los comportamientos deseados, mientras el refuerzo negativo hace desaparecer los que son menos aceptables.
Por su parte, el refuerzo negativo consiste en la eliminación de un estímulo seguido por un comportamiento deseado. Por poner un ejemplo, el caso de un niño a quien su madre regaña cuando no limpia su habitación. En el momento en el que empiece a hacerlo, los gritos y las reprimendas cesarán. Esto quiere decir que, en este caso, la recompensa no es conseguir algo positivo, sino la desaparición del estímulo que lo provoca.
El refuerzo negativo no es lo mismo que un "castigo". El castigo implica recibir una sanción por hacer algo que no se debe hacer, mientras que el refuerzo negativo implica no recibir una sanción por hacer algo. Es decir, las obligaciones no se premian, pero si se cumple con ellas se evita una sanción y a su vez, el cumplir con dichas responsabilidades puede hacerlo acreedor a un reforzador positivo. Es importante recordar que esto no es sinónimo de un premio.
Hay investigaciones referentes al refuerzo positivo y negativo que afirman que el segundo es en realidad mucho más eficaz para provocar un cambio de hábito inicial. Imaginemos que por comer helado sancionaran económicamente; inmediatamente, la persona dejaría de hacerlo. Este es el punto en el que esta cuestión resulta interesante: en el caso de que esto ocurriera -una sanción por comer helado- de forma continuada, el refuerzo negativo al final dejaría de funcionar. La persona cambiaría de comportamiento; eso es todo.
Lo que demuestra es que el refuerzo negativo no funciona si se usa a largo plazo, y es entonces el momento de volver al refuerzo positivo. Se puede decir, resumiendo mucho, que el refuerzo negativo permite empezar, y lo positivo hace que sea posible continuar. (Psiquiatra/Paidopsiquiatra)