La proximidad del acto de juramentación por segunda ocasión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América, desde el 20 de enero de 2025, implica la entronización de un radicalismo atroz anclado a partir de consumarse su reelección con repercusiones negativas a la geopolítica; dominada por un psicópata que mira el cargo como su juguete y arma de venganza para cobrar facturas a todo aquel Jefe de Estado que se atreva a contradecirle.
Sintiéndose dominador de la aldea global; naciones y bloques regionales, incluida la Organización de lasa Naciones Unidas y la Unión Europea, queda claro que Trump aprovechó la inconformidad del colectivo social para jugar con sus emociones y manipulación de masas, la victimización y el engaño fueron sus estrategias para inclinar la balanza en su favor. Una abrumadora mayoría cayó al optar por su reelección, sin darse la oportunidad para reflexionar si su decisión era o no la correcta.
El republicano ninguna percha tiene de gobernante presidencialista del país aún más influyente, sin oficio; sino que por lo contrario resulta ser un farsante que invariablemente ha violado la constitución, leyes y tratados de convencionalidad. No puede preciarse de ser un ejemplo de honorabilidad cuando para sí la palabra carece de valor y también todo aquel documento que lleve su firma; en resumen, un defraudador fiscal y a la investidura.
Cómo olvidar que por injerencias suyas se instruyó el asalto al Congreso Federal, el Capitolio, en el afán por impedir que en 2021 el demócrata Joe Biden recibiera el protocolario nombramiento como depositario del cargo para sucederle en la presidencia; además de visibilizarse sus vínculos con la actriz de cine pornográfico Stormy Daniels; ambos eventos encabezan el listado de causales para que se le hubiera impedido competir de origen en las elecciones primarias de su partido político y en juzgados se le impusieran sanciones incluso carcelarias.
Distinguido por no negarse a reconocer fracasos y/o derrotas, su narrativa se centra con recurrencia en un fraude electoral que sólo él ha cometido, y con evidencias contundentes; aunque quiso disolver la cascada de acusaciones judiciales estas sólo se archivaron para reactivarze inmediatamente de que en enero de 2029 cese en el cargo.
Qué se puede esperar de un personaje que abiertamente sin pudor alguno integró al gabinete lo integró por cuotas y cuates, involucrando entre estos a dos consuegros, así como sus afines de Fox News, sumado Elon Musk, al hombre más acaudalado del orbe; entre otros tantos perfiles sin experiencia para el cargo que les asignó. Eso sí, todos con el común denominador de una psicología radica.
Ahora que exigió a sus congresistas para que modificaran el presupuesto del próximo caño conforme a su capricho, amenazó con pugnar para despojar de sus cargos legislativos a quienes votaron en contra; una situación similar enfrenta medios periodísticos y casas encuestadoras que ñe auguraron una eventual derrota en algunos estados. La actitud visceral parece no tener límites.
Especialistas en psicología clínica coinciden que «Donald Trump muestra claramente un trastorno narcisista de la personalidad (TNP)».
La revista de psicología clínica conductual en un artículo «intenta establecer vínculos entre cada uno de los criterios diagnósticos del trastorno narcisista de la personalidad según el DSM-5 y los patrones conductuales típicos de Donald Trump. Sin embargo, este no es un intento de ofrecer un diagnóstico clínico del actual inquilino de la Casa Blanca.
«Para eso haría falta una entrevista clínica personal y otros procedimientos. La presente discusión sirve a una doble función. Por una parte, entender mejor las acciones, afirmaciones/tuits y políticas de un hombre que es caracterizado a menudo como errático e impredecible.
«Por la otra, ofrecer una visión más cercana, a los estudiosos del TNP, de patrones de conducta de Trump ilustrativos de los criterios del DSM-5 para el TNP. Finalmente, se plantea que algunos otros comportamientos típicos de Trump podrían añadirse a una nueva descripción prototípica del TNP».
Bajo el paraguas de un presidente narcisista de Estados Unidos por los próximos cuatro años ese trastorno lo llevará a un caos mundial con daños asociados, incluido México como su villano favorito, sin dar margen a reconocer que el problema también le involucra resolverlo en una colaboración bilateral muy puntual en narcotráfico y el fenómeno migratorio.
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